Al emigrar las familias con niños se enfrentan a la difícil tarea de integrar a sus hijos en el sistema educativo del país de acogida. Aprender un idioma nuevo y sumergirse en una cultura distinta requiere ayuda. Descubriremos tres proyectos en este sentido para ello iremos a Tailandia, España y Kirguistán.
La difícil senda escolar de los birmanos en Tailandia
Según la Organización Internacional de las Migraciones, en Tailandia hay unos 2 millones de birmanos, aunque sólo un cuarto están registrados oficialmente. 200.000 son niños.
La mayoría de las familias huyeron para escapar de la persecución a causa de sus ideas políticas y con la esperanza de encontrar una vida más digna. Los hijos de estos trabajadores inmigrantes no tienen acceso a la educación aunque, desde 2005, una pequeña parte de ellos ha conseguido ir a la escuela gracias a la Fundación para la Educación y el Desarrollo.
¿Escuelas gueto?
La escuela Joan Sellarés i Pla, un centro localizado en las afueras de Sabadell, cerca de Barcelona, es uno de los colegios españoles más comprometidos con el aprendizaje del alumnado inmigrante. El 60% de los niños que estudian aquí son extranjeros.
Francisco Salmerón, director: “Las escuelas gueto, muchas veces las hacen desde fuera porque no conocen lo que hay dentro, en el momento en el que los niños entran dentro de la escuela desaparecen las diferencias de raza, de etnia, de cultura, de religion, de lengua, la escuela los uniforma.”
Estudiar para emigrar
En Kirguistán, muchos jovenes desempleados prefieren emigrar y el gobierno les ayuda a ello. El departamento de migración ha puesto en marcha diferentes cursos para preparar a cientos de jóvenes cuyo destino, en la mayoría de los casos, es Rusia.
En Osh, la escuela número 16 imparte las denominadas “clases para emigrantes”. Cada año cientos de jóvenes aprenden oficios como el de albañil o mecánico. De tres a cinco meses de formación que les ayudarán a buscar un trabajo en el extranjero.