Las mujeres, soldados de la paz en el Kurdistán iraquí

Las mujeres, soldados de la paz en el Kurdistán iraquí
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Por Euronews
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En la ciudad de Suleimaniya, en el Kurdistán iraquí, Nahida, nos abre las puertas de la compañía femenina del Ejército regular de esta región autónoma.

Veámos cómo transcurre su vida.

“Realmente me gustan estas montañas, me encantan. Su recuerdo siempre me ayuda a seguir adelante. Si ocurre cualquier cosa, vamos a ir allí, a escondernos allí. Las protegemos y nos protegen. Todos tenemos un sueño que queremos que se convierta en realidad. Y estas montañas han hecho posible que mi sueño sea una realidad”, manifiesta Nahida.

El sueño de Nahida comenzó cuando tenía 14 años y llevaba mensajes y armas a los combatientes de la resistencia kurda que luchaban contra el régimen de Sadam Hussein.

Treinta años después ella está al mando de la compañía de mujeres del Ejército de la región autónoma del Kurdistán iraquí: “Mis hermanos eran guerrilleros peshmerga, así como mis tíos, toda mi familia. El régimen de Sadam Hussein ejecutó a mi tío. Le arrastraron por la carretera con un tanque. Ese régimen perseguía a la gente y, en particular, a las mujeres. Y por esta razón me hice peshmerga”.

En 1988, un ataque con armas químicas ordenado por Sadam Hussein, arrasó el kurdistán iraquí.

Tres años más tarde, Nahida se convirtió en la primera mujer en combatir con los peshmerga, una palabra que literalmente quiere decir ‘los que se enfrentan a la muerte’.

Miembro de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK-PUK), es una de las que convenció al líder de esta formación política nacionalista y actual presidente del país, Jalal Talabani, de crear la primera compañía de mujeres peshmerga, en 1996.

Aunque la existencia de esta unidad no escapa a los prejuicios.

“Cuando me convertí en peshmerga y entré en la Academia Militar, había gente que me tiraba piedras, y decían ¿cómo? una mujer soldado, y hasta me escupían. Tomamos parte en la liberación del Kurdistán iraquí, con nuestras armas, como los hombres. Nuestra sociedad es todavía machista, tribal. Hay que cambiar todo esto. Estamos en contra de esa mentalidad y luchamos para que todo esto avance (por la igualdad)”, comentaba Nahida.

En opinión de Nahida, el manejo de las armas no es el único entrenamiento que deben recibir las jóvenes reclutas. Entre sus misiones está la vigilancia del territorio, pero esta unidad libra otra batalla, una guerra contra los prejuicios y por la igualdad.

Con frecuencia, la unidad acoge a mujeres víctimas de la violencia de género, amenazas por sus propias familias. Si no hay acuerdo posible les dan refugio en lugares ocultos para evitar las represalias: “Mi lucha también es lograr que las mujeres sean libres. Porque las mujeres no tienen derecho alguno, no tienen casa, ni escapatoria. Creo, que esta injusticia contra las mujeres que practican los maridos, los padres, los hijos, para mí es una injusticia cometida por el conjunto de la sociedad”.

Otra de las actividades de las mujeres pesmerga es ayudar a los más desfavorecidos. En ocasiones, incluso, con sus propios recursos.

En esta ocasión, compran algunas cosas para las mujeres que viven aisladas en un pueblo, situado cerca de su acuartelamiento: “Como militares, estamos aquí para proteger el país. Pero la misión de los peshmerga es además proteger a las personas”.

Una misión social que no hace olvidar a su comandante las motivaciones que la impulsaron a embarcarse en la carrera militar. La calma reina hoy en el Kurdistán iraquí pero el espíritu de los fantasmas de la historia siempre está presente.

“Nuestra preocupación es que la guerra se puede desencadenar en cualquier rincón del Kurdistán. Sabe, hay tensiones entre chiíes y suníes por todo Irak. Además hay una mano invisible, que viene del extranjero, que intenta interferir en los asuntos internos del país. Tenemos miedo de eso. Ser peshmerga, es algo más que una palabra. Tememos que la situación se pueda deteriorar, que haya una guerra civil. Estamos preparados, pero trabajamos para mantener la calma y la seguridad”, explica Nahida.

Nahida quiere transmitir a la próxima generación la conciencia de sus derechos, de sus responsabilidades, en un territorio cuyo futuro está todavía por construir: “Mi sueño fue siempre tener un país libre, independiente y soberano que nos proteja. Como peshmerga, haré todo lo posible para que seamos un Estado. Soy un soldado que aspira a la paz. Me gusta sentarme en una mesa de negociación, encontrar soluciones por la vía de la diplomacia. Pero si alguien pone esto en peligro, yo me defenderé. Sacrificaré mi vida por la paz, y si es necesario daré mi vida por ello”.

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