Irlanda: Ha llegado la hora de hablar del aborto

Irlanda: Ha llegado la hora de hablar del aborto
Por Euronews
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En Dublín este grupo antiabortista pone todo su empeño en difundir un mensaje: Irlanda debe continuar siendo un país libre de abortos.

“El niño no nacido también tiene derecho a la vida. Es uno de los derechos fundamentales, el derecho a la vida, tanto para el niño como para la madre”.

“Están intentando introducir el aborto en Irlanda. En nuestros folletos hay información para nuestros diputados. Necesitamos que la gente les llame y les diga que no queremos que traigan el aborto a Irlanda”.

Irlanda es, junto con Malta, el único país de la Unión Europea que prohíbe el aborto en todos los casos. Constituye un delito que puede castigar con cadena perpetua tanto al médico como a la paciente, según una ley de 1861 que sigue vigente en la Constitución.

El pasado mes de octubre la muerte de una dentista india de 31 años reavivó la polémica.

Savita Halappanavar estaba embarazada de 17 semanas cuando murió en el hospital. Su marido asegura que se hubiera salvado si los médicos hubieran podido interrumpir la gestación para tratarla.

Desde entonces, algunos sectores vuelven a pedir la aprobación de una ley redactada tras un caso en 1992. En el llamado “caso X” se negó el derecho a viajar al Reino Unido para abortar a una niña de catorce años, embarazada tras una violación. Cuando ella amenazó con suicidarse, el Tribunal Supremo irlandés determinó que el aborto debería permitirse cuando la vida de la mujer esté en peligro.

Pero, hasta la muerte de Savita, los sucesivos gobiernos habían evitado sacar el tema.

Fue el pasado 19 de diciembre cuando el primer ministro Enda Kenny anunció que iba a coger el toro por los cuernos:

“Se trata de la clarificación de la Constitución y, por tanto, de la ley del Tribunal Supremo en el “caso X”, que incluye la cuestión del suicidio”.

La inclusión del suicidio como una amenaza para la vida de la mujer. Una medida que para la Iglesia Católica podría abrir las puertas al aborto libre, como en el Reino Unido.

“La legislación que asegura que el suicidio pone en peligro la vida de la mujer provoca pautas de comportamiento como la que tuvo lugar en el Reino Unido, con dos médicos dando el visto bueno a todas las solicitudes de aborto. Lo mismo podría suceder aquí”, asegura el obispo Michael Smith.

“Los controles podrían relajarse con el tiempo. Hubo un gran escándalo en el Reino Unido hace unos meses, los formularios de consentimiento estaban prefirmados por los médicos antes de que la gente fuera a pedirlos. Solo para hacerlo más fácil. No se examinaba a la persona que quería abortar, estaban violando la ley”.

Se calcula que el 85% de la población irlandesa es católica. Hablar en este país sobre el aborto provoca emociones encontradas y, a veces, hasta vergüenza.

Los grupos abortistas argumentan que mantener la prohibición no evitará la interrupción de los embarazos. Más de 150.000 irlandesas han viajado al Reino Unido para abortar desde que este país lo legalizara en 1967.

Clare Daly considera ridícula la idea de que la cláusula del suicidio es la antesala del aborto libre.

Cree que se trata de una amenaza real para la salud de la mujer.

“El hecho de que Irlanda legisle sobre el aborto, incluso en el más limitado supuesto de riesgo para la vida de la madre, constituiría un símbolo enormemente importante. Es por lo que la Iglesia y el lobby antiabortista se han levantado en armas. Cuando, en realidad, solo afectará a unas pocas mujeres por año. Pero es simbólico, porque si la gente admite el aborto bajo un supuesto, facilitará que lo acepte en otras circunstancias.
Las encuestas y el debate sobre el tema han servido para que los irlandeses se dén cuenta de que no es una decisión fácil. Es una decisión complicada”.

James Burke y su esposa Amanda crearon un grupo de apoyo poco después de viajar al Reino Unido para abortar por razones médicas.

A las 21 semanas de gestación le dijeron a Amanda que su bebé no sobreviviría al nacer. Pero una enmienda de la constitución irlandesa de 1983 establece que un embrión, tras la concepción, ya es oficialmente ciudadano irlandés.

Después de muchas decepciones e infructuosas búsquedas en su país, tomaron la decisión.

“Cuando nos dieron la noticia se nos hundió el mundo”, recuerda Amanda. “Una semana después los resultados de la amniocentesis confirmaron que nuestra hija tenía el síndrome de Edwards, lo que significaba que no sobreviviría. La matrona dijo que moriría durante el embarazo o que si este llegaba a término fallecería al nacer, porque sus órganos estaban muy dañados, sobre todo el corazón”.

“Los médicos legalmente no pueden informarte de nada”, cuenta James. “Lo único que pueden decirte es que puedes seguir con tu embarazo y esperar a que el bebé muera. Para averiguar nuestras opciones ante una posible interrupción del embarazo tuvimos que acudir a una ONG. Eso supuso otros dos días de espera. Cuando fuimos a la Asociación Irlandesa de Planificación Familiar y nos dijeron que podíamos ir al Reino Unido a abortar, pensamos que era lo mejor que podíamos hacer”.

“Podría ir a un hospital, y no a una clínica especializada en abortos. Si no hubiéramos hablado con las personas adecuadas, podría haber acabado intentándolo en una clínica especializada en la semana 24, o sabe Dios lo que hubiera hecho”, asegura Amanda.

“Volamos a Liverpool un lunes por la noche”, rememora James Burke. “Habíamos reservado una habitación en un hotel barato. El martes fuimos a que le pusieran la inyección que iba a detener el corazón de nuestra hija.

Luego tuvimos que esperar otros dos días más para que Amanda volviera al hospital y le dieran la medicación que provoca el parto. Así que realmente no expulsó a Aoife (Eve) hasta el viernes por la noche. A la mañana siguiente nos despertamos y fuimos a ver a nuestra hija, la habían vestido en la habitación contigua.

Luego nos marchamos, cogimos un taxi y fuimos al aeropuerto para coger el vuelo de las once, dejando a nuestra hija allí. Fue horrible. Fue lo peor de todo.

Estas tragedias suceden en la vida de la gente, la muerte forma parte de la vida. Pero para nosotros dejar nuestro país para pasar por todo esto estuvo mal. Estuvo muy mal.

Mientras James y Amanda esperan que una nueva legislación permita la interrupción del embarazo por razones médicas, la pelota está ahora sobre los hombros de Enda Kenny.

Los grupos antiabortistas mantienen que Kenny y su partido habían hecho una promesa: la de no legalizar nunca el aborto.

“Será muy muy difícil revocar esa ley una vez aprobada”, explica Nic Mhathuna, de Youth Defence. “Debemos hacer todo lo que podamos antes de que suceda. Necesitamos recordarle a Enda Kenny y a Fine Gael que habían hecho una promesa antiabortista hace casi dos años. Y que si incumplen esa promesa la gente no permitirá que lo olviden. Y Enda Kenny, independientemente de que arregle o no el sistema sanitario o de que resuelva la crisis económica, si legaliza el aborto pasará a la historia como el Primer Ministro del Aborto, y la gente nunca le perdonará por ello”.

Amenaza real para algunos, acuerdo necesario para otros sobre una cuestión escondida demasiado tiempo bajo la alfombra política.

“Hace veinte años esta organización, la Asociación Irlandesa de Planificación Familiar, fue multada por vender un preservativo”, cuenta Niall Behan. “Ese caso llegó al Tribunal Supremo, habíamos vendido un preservativo sin receta médica. En aquel momento solo podías comprar condones si estabas casado. Hay muchas cuestiones legales en las que tenemos que trabajar. No queremos que Irlanda sea vista como una especie de manicomio conservador. Necesitamos llegar a un compromiso con el resto de Europa. Creo que el resto de Europa debe saber que la opinión pública irlandesa ha cambiado muchísimo respecto a estos temas”.

Se espera que el Gobierno irlandés debata y vote la legislación sobre el aborto el próximo verano.

Promete ser un proceso largo y complicado, pero novedoso: Irlanda ha puesto por fin sobre la mesa un tema tabú sobre el que ya no todos opinan lo mismo, y, además, se atreven a decirlo.

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