Arabia Saudí renuncia a formar parte de la ONU por "su doble rasero"

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Por Euronews
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Las preguntas sobre la utilidad real de Naciones Unidas, o más bien sobre su capacidad real para resolver conflictos o sobre su proceso de toma de decisiones, no son nuevas, pero con su decisión de rechazar su asiento como miembro no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, para el que fue elegido ayer, Arabia Saudí vuelve a poner la reforma de la institución sobre el tapete.

Sucedió ayer cuando como cada año, la Asamblea General de la ONU renovó cinco de los 10 puestos no permanentes del Consejo para un mandato de dos años. Además de a Arabia Saudí eligió a Chile, Chad, Nigeria y Lituania (los cinco miembros permanentes y con derecho a veto, que son Estados Unidos, Rusia, Francia, China y Reino Unido).

Era la primera vez que Arabia Saudí era elegida y también la primera que un Estado renuncia a un asiento desde la creación de la ONU en 1945. El país ha argumentado ampliamente su decisión. Tras agradecer la confianza depositada en el país, el Ministerio saudí de Exteriores rechazó su asiento lamentando textualmente que “ los esfuerzos internacionales que se han desplegado en los últimos años, no hayan logrado introducir las reformas que se requieren para que el Consejo de Seguridad recupere su papel al servicio de la seguridad y la paz mundiales.”

El reino del golfo Pérsico ha hablado de casos concretos para ilustrar su descontento, como el de Palestina que lleva, en palabras del ministerio, 65 años sin una solución justa y permanente y ha generado varias guerras que amenazaron la estabilidad mundial debido a la incapacidad del Consejo de Seguridad para cumplir con su deber.

También cita como ejemplo el fracaso del Consejo de Seguridad a la hora de hacer de Oriente Medio una región libre de todo tipo de armas de destrucción masiva y afirma que el organismo internacional “ha permitido que el régimen sirio asesine a su pueblo y lo aniquile con armas químicas, a la vista y oído de todo el mundo sin imponer sanciones disuasorias”.

La reforma del Consejo de Seguridad de la ONU

El “No” de Arabia Saudí no es definitivo. El país asegura que dará marcha atrás si el organismo consigue por fin aprobar una reforma que haga que el organismo cumpla con sus deberes y afronte su responsabilidad de la forma adecuada para mantener la seguridad y la paz.

No son los únicos que piden cambios en el organismo encargado de velar por la mantención de la paz y la seguridad a nivel internacional. Sin embargo, pese a que las primeras propuestas surgieron hace casi 20 años, no han logrado avanzar, debido a que enfrentan dificultades prácticas y de fondo.

Cinco de los 15 integrantes del Consejo EE.UU., Gran Bretaña, Rusia, Francia y China son miembros permanentes y cuentan con derecho a veto; el resto tiene calidad de no permanentes y son electos por dos años por la Asamblea General. La composición del organismo, que responde a un momento histórico determinado muy diferente al actual, en ese punto están todos de acuerdo, está fijada por la Carta de las Naciones Unidas. Para reformarla, los cambios deben ser ratificados por dos tercios de la Asamblea General y no ser vetados por alguno de los miembros permanentes, muchos de los cuales ven con recelo la posibilidad de incorporar nuevos miembros permanentes con derecho a veto ya que los “históricos” perdería influencia.

Ese es precisamente uno de los reproches recurrentes que se le hace al organismo: que las decisiones tomadas por la minoría de la ONU, es decir, los 15 miembros permanentes y no permanentes del CSNU, no representan los intereses de los países en desarrollo y los pequeños Estados que forman la mayoría de la Asamblea General. En definitiva, muchas voces piden que la instancia mundial tenga una estructura más “inclusiva, democrática y representativa”

Dada la dificultad que implicarían los grandes cambios, algunos países apuestan por reformas más modestas y graduales, como por ejemplo permitir el derecho a veto sólo para materias que involucran cuestiones cruciales de guerra o paz, que fue la intención original de los fundadores, pero que se ha desvirtuado con un uso indiscriminado de ese derecho.

Aunque existen voces que señalan que aumentar el número de integrantes del Consejo se habla de llegar a 23 o 25 eliminando la prohibición de que los miembros no permanentes se reelijan, lo cual abriría la posibilidad de que países relevantes de la comunidad global, como Japón o Alemania, participaran de manera continua.

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