Meteoritos y basura espacial, toda una amenaza

Meteoritos y basura espacial, toda una amenaza
Por Euronews
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¿Qué posibilidades reales hay de que caiga algún meteorito en la Tierra o de que dos satélites choquen en el espacio?

Basta recordar las imágenes del dramático momento de la caída de un meteorito en los Urales, cerca de la ciudad de Cheliábinsk, hace ahora un año.

La explosión provocó 1.500 heridos y 7.000 edificios sufrieron daños como explica el científico coordinador, Alan Harris, del Instituto de Investigación Planetaria en Berlín (Alemania): “Fue un incidente desagradable, afortunadamente no se registraron víctimas mortales, pero fue una muestra de la magnitud de estos fenómenos”.

Una sorpresa que nadie esperaba. Afortunadamente no era muy grande, unos 20 metros de diámetro, como máximo, que entró en la atmósfera iluminado por el Sol. En el espacio hay muchas amenazas, de mayor tamaño, más densidad y capaces de causar grandes daños.

“Por ejemplo, un objeto de un centenar de metros de diámetro, que todavía no es muy grande, hablamos de un objeto que cabe en un campo de fútbol y que, en la actualidad, podría destruir un área metropolitana, en el peor de los supuestos. Son cosas a las que tenemos que prestar atención y adoptar medidas para evitar que ocurran”, comenta Alan Harris.

Ya hay medidas para hacer frente a la amenaza de un meteorito. En esta reunión, celebrada hace unos días, se dieron cita expertos, científicos y políticos, de todos los países implicados en la estrategia operativa.

“El año pasado todavía no estábamos en disposición de responder a una amenaza por el impacto de un meteorito porque no habíamos puesto en marcha el procedimiento de respuesta. Establecer este grupo de trabajo ha sido un primer paso”, señala el director del Segmento NEO de la Agencia Espacial Europea (ESA), Detlef Koschny.

Mientras los astrónomos trabajan para localizar los asteroides que pasan más cerca de la Tierra, este grupo —que cuenta con el respaldo de Naciones Unidas— evalúa cuáles suponen una amenaza más seria.

“Así que vamos a fijar un umbral de tamaño, o una magnitud de energía, algo así, a la hora de decidir la puesta en marcha de una misión espacial. Creo que habría que empezar por diámetros de entre 50 y 100 metros, si hablamos en términos de tamaño. Pero como le digo esto está por definir y esta es exactamente una de las tareas de este grupo, trabajar con las magnitudes correctas”, comenta Detlef Koschny.

Se calcula que, en las proximidades de la Tierra, habría unos 20.000 meteoritos con diámetros que van desde los cien metros hasta los centenares de kilómetros.

Especialistas como Alan Harris desarrollan protocolos para detener a un meteorito si se dirige hacia la Tierra: “Una de las principales ideas que barajamos es bien simple. Se trata de hacer colisionar el meteorito con una nave espacial, vaya como si fuera un billar cósmico”. Si queremos modificar la órbita de un meteorito, lo que haremos básicamente es intentar lanzar una nave espacial contra el objeto”.

Otro problema es la basura espacial. Aunque hay casi la certeza de que no provocará muertos ni heridos en la Tierra, podría sembrar el caos entre nuestra actual flota de satélites.

Heiner Klinkrad es el jefe de la oficina de basura espacial de la ESA, uno de los mayores expertos europeos en la materia: “La carrera espacial ha generado una gran cantidad de basura. De los 16.000 o 17.000 objetos que podemos monitorizar desde las estaciones terrestres, un millar son naves espaciales operativas, el resto son remanentes de antiguas misiones, y más de la mitad de esos objetos son, de hecho, fragmentos de colisiones y de explosiones que se han producido en órbita”.

En la actualidad, las misiones se han diseñado para no dejar basura en el espacio. Para resolver este problema los ingenieros están aplicando técnicas similares a las que podrían utilizarse para dejar a los meteoritos fuera de combate.

“El principal objetivo para paliar esta situación es reducir la masa de los objetos que gravitan en órbita. Esto se puede hacer instalando motores en esos objetos para forzar su reentrada inmediata” —y su destrucción al contacto con la atmósfera—.
“Otra técnica más sutil, es aumentar artificialmente la fuerza de arrastre del objeto para reducir lentamente la altura de su órbita, aunque en la mayoría de ocasiones sería de forma incontrolada”, añade Heiner Klinkrad.

De momento tenemos dos conclusiones: la misma tecnología nos puede ayudar a deshacernos de la basura especial y mantener alejados a los meteoritos. Son fenómenos que preocupan y mucho a los expertos.

Afortunadamente las primeras medidas para prevenir este escenario catastrófico ya están en marcha.

Más información:

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http://cosmos.esa.int/web/smpag

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