Paco de Lucía, padre de todas las revoluciones de la guitarra

Paco de Lucía, padre de todas las revoluciones de la guitarra
Por Rafael Cereceda
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¿Por qué los guitarristas y aficionados al flamenco dicen hoy que se han quedado huérfanos? ¿Por qué ha causado tanta conmoción la muerte de Paco de Lucía?

Además de por lo repentino del fallecimiento y por su relativa juventud, por su fama y éxito internacionales y por su premiada carrera, Francisco Sánchez Gómez protagonizó varias revoluciones.

La primera, la del reconocimiento de la guitarra en el flamenco. Sus maestros Niño Ricardo o Sabicas le abrieron la vía, pero Paco y su padre Antonio se empeñaron en consolidar la figura del guitarrista solista. Por eso incluyeron la mención “Con la colaboración especial de Paco de Lucía” en los discos que grabó junto al cantaor Camarón.

Hasta entonces los guitarristas flamencos pasaban casi desapercibidos como meros comparsas de cantaores y bailaores, con pocas excepciones.

Además, el joven tenaz, que pasaba horas encerrado en su cuarto practicando, revolucionó la técnica de la guitarra flamenca cuando decidió apoyar el instrumento en su pierna derecha y no en la izquierda sobre un soporte como en la guitarra clásica y como habían tocado sus predecesores.

Con la guitarra en posición horizontal, más alejada del cuerpo, la mano viajaba por todo el mástil con melodías y acordes que hasta entonces eran imposibles.

En lo musical, lejos de despreciar a los clásicos, recuperó por ejemplo el repertorio de Joaquín Rodrigo o Manuel de Falla, e incluyó algunas técnicas propias de la guitarra clásica que enriquecieron el flamenco.

Aunque fue junto al cantaor José Monge Cruz, Camarón, con quien inició su mayor revolución. Juntos sacaron el flamenco de los tablaos y los cafés cantantes y lo situaron en los principales teatros de las principales ciudades del mundo.

De las grabaciones rústicas, a menudo realizadas por los aficionados y etnomusicólogos a las principales compañías discográficas.

Juntos sacaron el flamenco de la sombra y lo pusieron con honores en el mapa de la Cultura mundial, le quitaron el polvo acumulado, le cambiaron el “look”.

No sin críticas por parte de los aficionados más puristas.

Más tarde, ya en solitario, Paco de Lucía nunca se cansó de hacer la revolución.

Incluyó las percusiones que hasta entonces se limitaban a las palmas y el zapateado, el bajo eléctrico en su gran éxito “Entre dos Aguas”. De un viaje a Brasil se trajo en adopción el cajón peruano —¡ahora conocido como cajón flamenco!— y a un percusionista brasileño, Rubem Dantas, con el que formó un sexteto de leyenda que dio varias veces la vuelta al mundo durante casi 20 años.

También fue un acto revolucionario juntarse con Al di Meola y John McLaughlin para hacer dialogar sus guitarras, pese a los estilos y técnicas tan diferentes.

Y aunque según reconocía el mismo la fama y su leyenda le pesaban y pasó mucho tiempo “escondido”, retirado en México, cuando decidió hacer las maletas y volver a España, instalándose en Toledo, volvió a revolucionar el flamenco con su disco Luzía, dedicado a su madre, en el que cantaba por primera vez.

Siguió haciendo colaboraciones, giras y produciendo a otros artistas hasta que volvió a dejar a todo el mundo atónito con su “Cositas buenas” en el que revolucionó una vez más el ritmo, la melodía y la técnica guitarrística y se llevó un Grammy.

“Canción andaluza” es su último disco, que debía publicarse a finales de abril y estaba ya casi a punto. La obra póstuma de Paco de Lucía, dedicada a la copla, a buen seguro será otra revolución.

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Por todo esto, hoy los guitarristas y los aficionados al flamenco, se sienten huérfanos.

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