Las Madre Coraje de Buenaventura, Colombia

Las Madre Coraje de Buenaventura, Colombia
Por Beatriz Beiras
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Un puerto natural al abrigo del océano Pacífico, una ubicación privilegiada en la ruta del canal de Panamá, una naturaleza rica en recursos y biodiversidad.
La ciudad colombiana de Buenaventura lo tiene todo para dar prosperidad y bienestar a sus cerca de 400 mil habitantes.
Su puerto de gran calado se está convirtiendo en el mas importante de Colombia en volumen de carga, pero los bonaverenses no recogen los frutos de la bonanza comercial.

Al contrario, por su posición, la ciudad ha atraído como un imán a narcotraficantes y paramilitares que han tomado el control de los barrios de bajamar y desde allí dictan la ley. Dos grupos armados, Los Urabeños y La Empresa, se disputan el control territorial de Buenaventura, extorsionan a los comerciantes, secuestran y descuartizan a los que les molestan o burlan las prohibiciones que imponen a la población.

El despliegue, iniciado en marzo, de hasta 2.500 infantes de marina y la constante presencia policial en calles y accesos, han traído una calma aparente a la ciudad.
Pero en Buenaventura el eufemismo y el silencio son mas fuertes que el bullicio callejero y las fronteras entre los barrios son invisibles, pero reales.

Mery Medina nos explica por qué.
“No puedes pasar de una calle a otra porque puedes correr el riesgo de que te maten, que te violen, que te desaparezcan. Algunas mujeres no pueden salir a hacer sus labores cotidianas, a su trabajo porque a estos señores se les antojó decir: Hoy no va a salir nadie de esta calle y todo el mundo tiene que quedarse dentro de las casas.”

“ Los dueños de ese mundo están pendientes a ver uno por qué entró, quién es esa, qué va a hacer, por qué vino para acá o qué busca o es informante, o la novia de algún…ya me entiende, o es una sapa como le dicen claramente a uno, que uno es un sapo. » Nos cuenta Maritza Yaneth Asprilla

Ni siquiera los niños están al abrigo no dice Gloria Amparo Arboleda.
“Un niño de una de las escuelas que yo coordino me lo desaparecieron y me lo picaron, el año pasado.»

Muchas mujeres han vivido la violencia de cerca, como Fabiola Rodríguez Salazar.
« Yo vi matar a mi hijo, es una situación bastante crítica, porque cuando usted se enfrenta con el asesino de su hijo es algo que a usted la marca para toda la vida. »

Gloria, Mery, Maritza y Fabiola pertenecen a la comunidad afrocolombiana en la que las mujeres suelen soportar solas la carga del hogar, de los hijos. Son mujeres fuertes pero también fragilizadas por la violencia generada por el conflicto armado y a merced de la violencia de género.

Todas forman parte de “Mariposas con alas nuevas, construyendo futuro”, una red de un centenar de mujeres que articula 9 asociaciones presentes tanto en la zona rural como urbana de Buenaventura.

Todos los días Gloria acude a dar clase en esta escuela rural y además es coordinadora de un grupo de mujeres campesinas de Bajo Calima, de donde es originaria. Lleva treinta años de trabajo social en favor de la mujer.
Madre de dos hijas universitarias, la profe Gloria es una de las fundadoras y una de las tres dinamizadoras de la Red Marisposas, cuyo objetivo nos dice es:
« Acompañar, apoyar a la mujer en sus distintas circunstancias especialmente en el momento de violencia. »

En la zona rural las mujeres son a menudo víctimas de desplazamientos forzosos debido a la guerrilla que busca controlar el territorio e impedir la penetración de otros grupos armados ilegales.
Es lo que ha vivido esta mujer, cuya identidad hemos preservado: madre de 7 hijos, con 4 a su cargo, todavía le cuesta hablar de lo que padeció a manos de su compañero en 2013.

“Él me sacó la pistola, me la colocó en la cabeza, me iba a matar. Entonces no le disparó, me la volvió a colocar, entonces yo llegué, le mandé la mano y el tiro me cayó en el pie. Me quería matar”-nos dice.

Con la bala todavía alojada en el pie, nos cuenta, midiendo las palabras, que hace unos meses fue víctima de un desplazamiento masivo.

“Lo que nos obligó a marchar fue un pequeño hostigamiento que hubo, tengo un niño que antes en el de 2003 como fue tan fuerte, de ahi sufrío un trauma que no puede escuchar un tiro por que está asustado. Nos fuimos para Buenaventura, estuvimos en el Coliseo del Cristal, allí nos dieron una colchoneta y una cobija. Estuvimos allí durmiendo, tirados en el suelo, durante dos meses y pico hasta que se formó el retorno.
Las que me han portado bastante ayuda es la Red Mariposas. Ellas me han ayudado bastante, las mujeres estaban conmigo pendientes, tanto en la comida, como en el transporte. Bastante me ayudaron, porque yo necesito bastante. Fueron conmigo muy atentas.”

Mery tambien es dinamizadora de la red, dice que su trabajo con las mujeres le ha permitido realizar su sueño de ser una trabajadora social. Este día participa en un taller organizado por Fabiola, que es una de las coordinadoras y líder de “Madres por la Vida” en el barrio de San Francisco. Las voluntarias aprenden a hacer frente a la violencia contra la mujer, y a conocer la ley 12-57 que Colombia aprobó en 2008.

Mery Medina da ánimos y coraje a las mujeres del taller:
« Tenemos que seguir haciendo la lucha y no dejemos mas que esos maridos nos pisoteen, nos pongan el pie en la cabeza. Levantémonos, digamos : ¿Qué pasa? Yo también tengo derecho, los mismos derechos que tiene usted los tengo yo. ¿Cierto? Entonces. Yo las veo con esa carita como triste, yo creo que la proxima vez que yo venga, las voy a ver sonriendo a todas ustedes. ¿Vale? »

Martiza vive en el barrio de Vista Hermosa, uno de las más complicados
de Buenaventura, desde 2006 después de un desplazamiento. Empezó a trabajar de niña, crió a sus hermanos y luego a sus hijos. Tenaz y luchadora sacó el bachillerato a los 36 años.

Es la tercera dinamizadora de la red Mariposas. Hoy, en la escuela del barrio, las voluntarias de la red aprenden economía del hogar, y Maritza les recuerda lo importante que es la solidaridad entre mujeres.

Maritza Yaneth Asprilla:
“Si a fulanita le pegaron, yo no debo de criticar muchachas, debo de ayudarla y debo de poner mi hombro para que ella llore. A la compañera no se la critica, a la compañera se le ayuda, se le apoya… y verán que después tantos años que uno esté aquí, ya no vamos a ser nosotras sino ellas, que vienen a sembrar esta semilla, porque esto que nosotras estamos haciendo es sembrar una semilla.”

Las voluntarias van por las casas del barrio de Vista Hermosa invitando a las mujeres a los talleres, sembrando la semilla como dicen ellas para extender la red y poder acudir allí donde una mujer esté en peligro y tender una mano amiga.

Así fue con Carmen, que sufría sola y en silencio los malostratos psicológicos de su pareja.

“Mery se dió cuenta de mi situación por medio de una comadre de ella, llégo en el preciso momento que más lo necesitaba- nos cuenta. Estuve hasta a punto de perder la vida porque yo atenté contra mi en tres oportunidades. Las Mariposas fueron mi salvación.”

Siempre atenta a lo que ocurre a su alrededor, Gloria supo que algo iba mal cuando Loira Cecilia Rosero no se presentó al trabajo. Cecilia había tenido que huir precipitadamente de su hogar con sus dos hijas después de una agresión de su marido. Su denuncia ante las autoridades cayó en saco roto.

Ahora Cecilia ha tomado conciencia de sus derechos como mujer.
«Nosotras las mujeres, a veces, en esos momentos no sabemos qué hacer porque estamos desesperadas, y es uno encontrar un lugar de esos en donde los apoyen y le den cariño, que en ese momento uno está como falto de apoyo, es importante. Yo si estoy agradecida con la red de Mariposas porque he aprendido que nosotras las mujeres tenemos unos derechos que por uno ignorar, no los hace valer. »

Las Mariposas también trabajan para que las instituciones colombianas apliquen los derechos de las mujeres que reconoce la ley sobretodo en materia de violencia de género.

El doctor Valdés, Director General de Medicina Legal y Ciencias Forenses nos explica las razones por las que es tan difícil combatir la violencia contra las personas en Colombia.

“Muchas de las personas que sufren el flagelo de la violencia nunca se van a acercar a una institución, principalmente por miedo y también porque están totalmente desprotegidas. La red no solamente nos permite conocer sino que nos involucra y nos compromete con esas personas.”

Maritza, Mery y Gloria quieren construir en este solar de Buenaventura un refugio para todas las mujeres víctimas de la violencia. Un sueño que están seguras harán realidad. La red Mariposas con Alas Nuevas Construyendo Futuro ha sido galardonada este año con el premio Nansen para los refugiados concedido por el ACNUR.

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