La caída del Muro de Berlín según Moscú

La caída del Muro de Berlín según Moscú
Derechos de autor 
Por Andrei Belkevich
Compartir esta noticiaComentarios
Compartir esta noticiaClose Button
PUBLICIDAD

“Señor Gorbachov, abra esta puerta. Señor Gorbachov, tire este muro”. Con estás palabras pronunció el presidente de Estados Unidos Ronald Reagan su discurso más famoso. Fue en 1987 y no en Washington, sino en Berlín.

Pavel Palazhchenko era el traductor oficial de las conversaciones de Reagan y el presidente soviético. Asegura que ninguno de los dos recuerda estas frases.“Fue una aparición pública brillante. Pero Moscú lo vio como un gesto teatral. Cuando se le preguntaba a Gorbachov, siempre decía que todos sabían que la primera profesión del presidente Reagan era la de actuar, porque era obvio que Gorbachov no iba a echar abajo el muro. Cuando el muro cayó fue una decisión y la voluntad de los alemanes”, comenta.

En la oficina del antiguo mandatario de la Unión Soviética, un fragmento del Muro de Berlín ocupa un lugar destacado. Pero hace un cuarto de siglo, ni Gorbachov ni el canciller alemán Helmut Kohl podían imaginar que la unificación fuese a ser tan rápida. Margaret Thatcher y François Mitterrand no tenían muy claro qué iba a pasar.

“La primera ministra británica Margaret Thatcher estaba muy preocupada. Eso lo puedo decir con seguridad. La vi durante esos meses. Puedo incluso decir mas: Estaba preocupada por las revoluciones de terciopelo en Europa Central. Por la situación paradójica, porque por supuesto, eran revoluciones capitalistas y si había alguien que apoyaba el capitalismo real, sin regulaciones, esa era Thatcher. Sin embargo, también prefería que hubiese estabilidad. El presidente francés Mitterrand estaba en una posición similar. Trabajaba de forma activa para que no se creasen infraestructuras militares adicionales en Alemania del Este, para que no se desplegasen armas nucleares o más tropas en Alemania y para que se redujesen los efectivos ya presentes”, continúa Palazhchenko.

Igor Maksimychev era en 1989 el ministro-cónsul en la embajada soviética en Alemania. Para él, el Kremlin no vio la caída del muro como una tragedia en absoluto: “Gorbachov estaba contento con el hecho de que por fin desapareciese el problema del Muro. Ya no existiría. Y fue eliminado por los propios alemanes. Nosotros no estuvimos involucrados en la caída ni fuimos responsables de las consecuencias”.

Hoy en día, sin embargo numerosos detractores creen que Gorbachov debería haber actuado con más dureza, y haber demandado que se garantizasen los intereses de Moscú en Europa, a cambio de la unificación. Así lo refleja el propio Maksimychev: “Se nos prometieron muchas cosas, pero verbalmente. Sin documentos. Sin hacerlo por escrito. Y resulta que nadie nos debe nada. ¿Se extendió la OTAN hacia el este? Por supuesto que lo hizo”.

El entoces traductor presidencial, Pavel Palazhchenko, responde: “Esas garantías en cuanto a Europa del Este no podían ofrecerse porque esos países aún eran miembros del Pacto de Varsovia. Pero incluso cuando el Pacto de Varsovia llegó a su fin, tampoco se planteó que esos países accediesen a la OTAN”.

El gran juego geopolítico paso a formar parte del día a día de muchos ciudadanos soviéticos. Parte de la historia ha quedado inmortalizada en el Museo del Ejército Soviético. Allí nos reunimos con Andrei Rakhmanin y Alexander Balashov, exsoldados que se encontraban destacados en Berlín en aquellas fechas. El 9 de noviembre Andrei estaba de servico en un punto de control fronterizo cunado un grupo de alemanes llegó. Estaban de celebración: “Salí de la caseta y les dije: “Os entiendo, es algo importante, pero este no es sitio para beber”. Su respuesta fue: “Sí, es algo importante, terrible. Esos idiotas han decidido unirnos con los occidentales. Beba algo con nosotros oficial ruso””.

Sin embargo, los meses posteriores, entre la caída y la unificación, fueron duros para los soldados soviéticos. Antes eran percibidos como aliados, pero entonces algunos empezaron a tratarlos como invasores.

“Algunos niños, de unos diez años, estaban una vez jugando a la guerra. Usaban palos como si fuesen pistolas. Cuando nuestra columna militar pasó, nos apuntaron con los palos y hacían como que disparaban. No fue una impresión agradable”, cuenta Alexander.

Han pasado 25 años y los puestos que venden recuerdos en la Plaza Roja de Moscú sirven de barómetro político. Es muy fácil encontrar muñecas matrioshkas con los líderes soviéticos de “línea dura”, como Stalin, Putin o Lenin. Sin embargo, la matrioshka de Gorbachov, dirigente durante la unificación alemana, cada vez es más difícil de encontrar.

Compartir esta noticiaComentarios

Noticias relacionadas

Rusia anticipa su ofensiva antes de la inminente llegada de material militar para Ucrania

Un frente cada vez más vulnerable: esta es la estrategia de Rusia en Ucrania de cara al verano

El gasto militar en Europa occidental y central es mayor que al final de la Guerra Fría