Cruzando fronteras

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Por Escarlata Sanchez
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Para algunos, se trata de cruzar una frontera, para otros superar divisiones políticas o un abismo cultural… En ciertas zonas del mundo, ir al

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Para algunos, se trata de cruzar una frontera, para otros superar divisiones políticas o un abismo cultural… En ciertas zonas del mundo, ir al colegio es un reto más que un paseo. He aquí tres ejemplos.

México: escapar de la pobreza

La violencia y el crimen son algo común en algunas zonas de México. Un proyecto trata de proporcionar un ambiente educativo más seguro. Pero ¿cómo se sientes esos estudiantes al tener un pasaporte mexicano y libros de texto estadounidenses?

Los hermanos Ara no se van de viaje de fin de curso… sino que como cada mañana, preparan sus pasaportes para ir al instituto, algo muy importante que Ángel Miguel Ara no debe olvidar:

“Si pierdes el pasaporte es como si perdieras algo muy importante, porque también significa perder tres semanas de clases.”

Aún no ha salido el sol y los cuatro hermanos se van a clase a EE.UU.
Esto es posible gracias a un acuerdo especial entre los dos países.

Cruzan la barriada pobre en la que viven a las afueras de Ciudad Juárez, hasta llegar a una camioneta que los llevarán, junto a otros estudiantes de la zona, hasta el punto de control fronterizo en El Paso, en Texas. La distancia es de apenas 13 km.

“Cuando crucé por primera vez se me puso la piel chinita, recuerda Ángel Miguel porque dije nunca pensé que iba cruzar, y pues fue una gran emoción.”

Para los hermanos Ara y sus compañeros cruzar este puente es parte de su rutina.

Este es uno de los pasos fronterizos más transitados del mundo, más de 4 millones de peatones lo cruzan cada año.

Y es también parte del sueño americano de muchos latinos que intentan alcanzar el norte.

Fernando García es director ejecutivo de Border Network for Human Rights:

“Unos 10.000 emigrantes han muerto, desde los años noventa, en busca de una vida mejor. Es una trágica violación de los derechos humanos, y esto se debe a una estrategia de militarización de la frontera, una política intencionada que lleva a los emigrantes hacia lugares aíslados donde mueren en desiertos, montañas y ríos. Me parece que es una crisis terrible respecto a la cuestión de los derechos humanos.”

Con los papeles en regla, cruzar el Río Grande es, obviamente, mucho menos peligroso. Lejos de la inseguridad y la pobreza de su ciudad natal, en El Paso, el Instituto Lydia Patterson acoge según los años hasta un 70% de jovenes estudiantes de Ciudad Juárez.

Aquí se benefician durante unas horas de un ambiente sereno propicio al estudio y a los proyectos futuros.

Socorro de Anda es la directora del Instituto Lydia Patterson:

“La mayoría no habla inglés y cursa estudios de enseñanza secundaria con un programa especial que incorpora el inglés como segunda lengua. Tienen asignaturas comunes desde el primer ciclo, cuando empiezan el Bachillerato son totalmente bilingües.”

Gracias a las becas que concede el Instituto Lydia Patterson, cada vez más jóvenes mexicanos prosiguen sus estudios hasta el Bachillerato. Los más estudiosos pueden incluso acceder a las universidades de EE.UU. escapando así del círculo vicioso de la pobreza de su país.

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Moldavia: ¿en busca de una identidad?

Transnistria se separó de Moldavia hace 25 años. Desde entonces, la influencia rusa es cada vez más palpable sobre todo en la educación. Muchos, buscan alternativas y no dudan en cruzar la frontera para reanudar lazos con sus raíces. Vamos a verlo.

Estamos en Grigoriopol, localidad de Transnistria, Estado secesionista al que ningún país soberano reconoce.

Cada día unos 160 niños de habla rumana cruzan la frontera con Moldavia para asistir a clases en la escuela de Dorotcaia.

En el autobús viaja la escuela con profesores y alumnos que cada día se desplazan para estudiar el rumano y su alfabeto latino. En Transnistria la mayoría de las escuelas rumanas han cerrado, y la enseñanza se lleva a cabo en ruso y con el alfabeto cirílico.

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Svetlana Jitaric es profesora de educación cívica:

“Me parece que estamos en la obligación de luchar por los derechos de los niños, pues es la única manera de darles una mejor educación, una educación especial, y más independiente. Más cerca de la verdad, una verdad que no existe en las escuelas de Transnistria, donde se aprende una version muy extraña de la Historia, la versión parcial escrita por otro país. En las escuelas donde se utiliza el cirílico, estudian la geografía de otro país, mientras que nosotros queremos conocer la Historia de nuestro país, nuestras raíces.”

A pesar de que un tercio de la población en Transnistria es de origen rumano, las autoridades prohibieron la lengua rumana y obligando a los maestros a utilizar el ruso desde 1996. Estas mujeres fundaron una escuela clandestina con los libros escolares de Bucarest.

La primera se encontraba en Transnistria, pero al ser denunciada, tuvo que cerrar en 2002.

Eleonora Cercovschi directora del colegio Cel Mare School (Esteban III el Grande):

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“Es cierto, algunos de los padres de nuestros alumnos prefieren ocultar a las autoridades de Transnistria que sus hijos estudian aquí en esta escuela de Moldavia porque temen las represalias.”

La directora, Eleonora Cercovschi sabe de qué habla. En 2002 estuvo en la carcel en Tiraspol junto a otros profesores y padres de alumnos cuando las autoridades de Transnistria descubrieron que enseñaban rumano. Al principio, a los alumnos les costaba entender la situación, pero ahora se han acostumbrado como nos cuenta Liucia:

“Esta es la única escuela en el exilio de Transnistria que me ofrece la oportunidad de aprender el idioma oficial, la lengua materna, el moldavo, su historia y tradiciones.”

¿Durante cuánto tiempo existirá este colegio? Un día después de grabar este reportaje, su directora fue detenida en la frontera. Y se ha convertido en símbolo de un conflicto político sin resolver.

Irlanda del Norte: rompiendo barreras

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“A pesar del acuerdo de paz, aún existen divisiones políticas y religiosas entre la gente de Irlanda del Norte. Vamos a ver un proyecto que trata de romper esas barreras. Veamos cómo:

Tras décadas de guerra entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte, la paz ha vuelto a Belfast.

Sin embargo, aún quedan huellas de la discordia del pasado en las calles de la capital de Irlanda del Norte.

Los muros que separaban los barrios Unionistes del los distritos republicanos todavía están allí, así como los símbolos y pintadas de cada una de las dos comunidades que incluso 17 años después de la firma del acuerdo de paz, apenas se se mezclan.

Pero no sólo hay , Patricia Murtagh, directora de la escuela primaria Hazelwood, considera que es hora de acabar con las barreras físicas y psicológicas y pasar esa página de la Historia.

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“En este lado del colegio está la zona católica y en este otro la protestante. La escuela está en el medio, por eso es tan importante integrar a las dos comunidades.”

Hazelwood School estaba situado en una zona especialmente peligrosa en aquella época, se creó en 1985 gracias a una serie de familia decididas a acabar con el sectarismo de unos y otros. Acoger en la misma escuela a niños protestantes y católicos, era un proyecto particularmente audaz, por no decir arriesgado.

“Al principio fue difícil, dar el paso no fue tan sencillo, asegura Murtagh. Algunos estudiantes tuvieron que dejar el colegio porque sus padres y familiares presionaban mucho. Así que bastantes niños se fueron del colegio.”

En la actualidad, en Irlanda del Norte, hay 62 instituciones mixtas como el colegio Hazelwood que van desde la enseñanza primaria hasta la universidad y cuentan con unos 22.000 estudiantes. Es decir, el doble de las instituciones existente en 1998 en el momento de la firma del acuerdo de paz.

Rumbo ahora Malone College, un Instituto de la periferia del sur de Belfast en una zona urbana desfavorecida.

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Aquí en las aulas abordan temas políticos y religiosos entre jóvenes católicos y protestantes que nacieron después del acuerdo de paz, como Anna Gibson y Coddy Kennedy jóvenes estudiantes irlandeses :

“Me siento bien aquí entre alumnos con diferentes religiones. Hay protestantes en mi clase pues esta es una escuela integradora y no es ningún problema. No hay segregación aquí.”

“Estoy aquí porque mis padres fueron a un colegio protestante tradicional. Ellos querían algo diferente para mí porque vivieron el conflicto en Irlanda del Norte. Y querían que yo tuviera una experiencia diferente de la que ellos tuvieron. Y por eso que me inscribieron en Malone “.

Sin embargo, estas escuelas mixtas siguen siendo una minoría. Sólo el 5% de los alumnos de Irlanda del Norte va a centros educativos en los que no hay diferencia entre católicos y protestantes.

Y usted, ¿tuvo que estudiar en el extranjero? ¿dónde y por qué? Esperamos sus comentarios en nuestras redes sociales y por ahora les decimos adiós.

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