Confundidos, tristes y deprimidos, los griegos asimilan con ansiedad el referendum al que han sido convocados. Continúa la peregrinación en la
PUBLICIDADConfundidos, tristes y deprimidos, los griegos asimilan con ansiedad el referendum al que han sido convocados.
Continúa la peregrinación en la búsqueda de cajeros automáticos que aún den efectivo, convencidos muchos de ellos de que la vuelta al dracma, la antigua moneda griega, está cerca.
Sin saber si los bancos abrirán el lunes, un ciudadano muestra su incertidumbre: “Nos acaban de devolver la pelota. ¿Qué es lo que se supone que debo votar? “Sí”, significa medidas muy duras, que nos llevarán a la pobreza y la miseria. “No” es algo incierto. Nadie sabe lo que va a pasar. Vamos a volver al dracma, ¿vamos a incumplir lo pactado? Y, ¿qué ocurrirá después?”
Desde el centro de Atenas, un taxista también muestra su desesperación: “Ahora estamos en el borde del desastre. Apoyo la opción de volver al dracma, pero desconozco las consecuencias, y cuánto van a durar”.
Después de pasarse todo el sábado pegados a la televisión y la radio a la espera de un acuerdo con Bruselas, los griegos se han dedicado este domingo a leer la prensa y conversar en las cafeterías.
“El referéndum será correcto, si el Primer Ministro tiene en la cabeza un plan B, para dejar la Eurozona. En caso contrario, da igual si uno vota “sí” o “no”, explica un cliente.
Poca esperanza en las calles de Grecia ante una posible solución de última hora. Como ha constatado nuestro corresponsal en la capital griega, Kostas Tsellos, los ciudadanos se sienten atrapados: “Duro dilema, ansiedad ante el futuro y polarización política. En condiciones económicas extremas, a los griegos se les pregunta de repente sobre su futuro. Incluso los que tienen la sangre fría, saben que los días posteriores serán históricos”.