Hablan los torturados durante el régimen de Hissène Habré en el Chad

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Un barrio de la periferia de Yamena, la capital de el Chad, esconde uno de los capítulos más oscuros de la historia del país. Es uno de los lugares

Un barrio de la periferia de Yamena, la capital de el Chad, esconde uno de los capítulos más oscuros de la historia del país.
Es uno de los lugares donde hay fosas comunes de la época de Hissène Habré, el hombre que sembró el terror entre 1982 y 1990.

Clément Abaifouta pasó cuatro años en prisión durante el régimen del exdictador.
Se vio obligado a cavar fosas comunes y enterrar a los muertos en prisión.

Él es el presidente de la principal asociación de víctimas del régimen, y dice:
“Yo espero que se diga la verdad de lo que ha hecho Hissène Habré y por qué lo ha hecho.
Y que se castigue a los responsables. Porque hasta que no se les castigue, las víctimas no estarán tranquilas”.

Cuarenta mil muertos y decenas de miles de desaparecidos y víctimas de torturas. Ese es el balance que ofreció la comisión de investigación nombrada por el Gobierno de Idriss Deby después de que fuese depuesto el dictador.

Hissène Habré será juzgado por crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra y tortura en un proceso histórico que comenzará en Dakar en julio.
Un proceso en el que la Unión Europea es uno de los principales socios en ofrecer fondos.

Clément Abaifouta dirige la principal asociación de víctimas del régimen.
Él y Ginette Ngarbaye irán a Dakar a declarar como testigos.
Detenciones arbitrarias, violaciones, torturas, hombres, mujeres, todo era posible en este clima de terror y denuncias.

Ginette Ngarbaye, fue prisionera durante el régimen:
“Comenzó a tocarme por todas partes, por el pecho, por todo. Le dije que estaba embarazada, que esperaba un bebé.
Tuve a ese niño en condiciones muy difíciles.
Dormía en el suelo con gusanos, pulgas, lo insectos nos picaban.
El niño lloraba, yo lloraba y los otros lloraban. Pasábamos todo el tiempo llorando. Queríamos morir pero ese momento no llegaba”.

Fatime Sakine, otra de las prisioneras:
“Me pegaban con porras, me introducían electricidad… me hacían de todo, todo tipo de torturas.
Cada día morían 2, 3, 4, 5 personas. Ellos decían que no y no los llevaban a la morgue, estaban entre los vivos. Dormían en la misma celda al lado de los cadáveres.”

Ahmad Bechir también sufrió la violencia:
“No se podía hablar con nadie. Todos los días me hostigaban.
Te podían acusar sin ningún tipo de prueba. No podías confiar en nadie. Sólo si colaborabas con ellos.
No había manera de salir. No podíamos decir nada a nadie, ni siquiera a tu esposa. En cualquier momento, podían venir a buscarte, te secuestraban y sembraban el miedo entre nosotros.”

Ginette Ngarbaye espera que el juicio abra una nueva etapa:
“Quiero que esto acabe porque no quiero que mi hijo no pase lo mismo que yo. Ni mi entorno ni ningún ser humano. Espero el proceso y quiero que la justicia haga su trabajo”.

4000 víctimas del régimen de Hissène Habré murieron.

Cien testigos compadecerán en el juicio.

También se aportarán en el proceso miles de documentos descubiertos en 2002 por Reed Brody, el abogado de la ong Human Rights Watch,

Los archivos abandonados por la policía del régimen de Hissène Habré detallan las causas por las que se detenía a los reclusos.

Después de más de quince años al lado de las víctimas, el abogado ha conseguido uno de sus deseos:

“Este es el primer juicio en la historia en el que la justicia de un país, Senegal, persigue a un líder de otro país, el Chad por crímenes contra los derechos humanos. Es la primera vez que la Unión Africana llevó a cabo un juicio de este tipo. Es la primera vez en África que se juzga en un país los crímenes cometidos por otro país.
Y todo esto pasa porque las víctimas de Hissène Habré llevan 25 años movilizándose para que ocurra. Ellos mostraron que pese a su estatus social, gracias a su perseverancia y tenacidad consiguieron llevar al dictador hasta la justicia”.

Un combate que también celebra la abogada chadiana Jacqueline Moudeina, que lleva 20 años trabajando en el caso.

En el año 2001 esta mujer fue víctima de un atentado que casi le cuesta la vida.
Aún ahora sigue recibiendo amenazas y ve como existen campañas de difamación contra ella en internet.

Pero aún así sigue trabajando por las víctimas. Ella relata:
“Para nosotros que se llegue a juzgar a Hissène Habré y sus cómplices significa que todos los pueblos de África pueden pensar: “nosotros también podemos juzgar a los que han hecho el mal, a los que violaron nuestros derechos”. Es una gran lección que quisimos dar a todo África, a el Chad y al resto del continente. Es posible luchar contra la impunidad”.

Un proceso que para la abogada tiene que contribuír también a la reconciliación entre comunidades musulmanas del norte de el Chad, cristianos y animistas del sur, destrozadas por la dictadura.

Este fue el resultado de la guerra llevada a cabo por Hissène Habré, con la ayuda de Francia y Estados Unidos contra Libia, que ayudaba a grupos rebeldes que estaban en contra del régimen del dictador.
Tanto en el norte como en el sur, cualquier grupo étnico se consideraba una amenaza para el régimen.

Josue Doumassen aún sufre las consecuencias del maltrato que padeció en prisión.
Los dibujos que figuran en el dossier de la comisión de investigación chadiana acerca de los crímenes son de él.

Las heridas provocadas en la sociedad aún son profundas, según él:
“Lo que han hecho conmigo aquí se llama “arbachatar”.
Cada vez que dibujo, revivo el dolor. Lo hago porque esta historia me marcó.
Durante mucho tiempo, estos males se quedarán en el corazón.
Incluso están presentes mientras hablamos. Las personas están marcadas por lo que pasó. Hay división. Él causó esa división y debe responder por sus actos”.

Fatime también padeció las atrocidades de las prisiones de Hissène Habré.
Esta preocupada por las nuevas generaciones de chadianos que aún sufren las consecuencias ya que el régimen dejó 80.000 huérfanos:
“Cuando pasáis por esta calle y veis niños, son los niños que quedaron solos. Son los niños las víctimas. Ellos quedaron marcados por la desaparición de sus padres”.

Durante la guerra de 1979, liderada por Hissène Habré, el marido de Fatime fue asesinado a bocajarro delante de su hijos.

Las heridas aún no se curaron.

Pero el proceso en Dakar les abre una pequeña puerta de esperanza.

Fatime Mando habla de esperanza:
“Cada vez que mis hijos enferman pienso en Hissène Habré porque él me dejó sola con mi hijos. Ellos eran muy pequeños. Era joven y estaba sola para criarlos. Es verdad que es doloroso.
Como el juicio hasta ahora no se había celebrado yo sentía odio, ahora estoy más tranquila.

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