Sordera europea ante la grave crisis migratoria

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Por Euronews
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Más de 225.000 inmigrantes han entrado este año en Europa según la ONU, pero Bruselas sigue sin respuestas ante esta crisis sin precedentes. Un año

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Más de 225.000 inmigrantes han entrado este año en Europa según la ONU, pero Bruselas sigue sin respuestas ante esta crisis sin precedentes.

Un año después de su última reunión en Berlín, los países de los Balcanes que no forman parte de la Unión Europea analizarán el jueves en Viena la situación de los inmigrantes en tránsito hacia el norte del Viejo Continente.

Son países que sufren también la presión migratoria, con su incesante flujo de entradas y salidas, como Macedonia, Serbia, Montenegro, Albania, Bosnia Herzegovina o Kosovo. Miles de personas han huído através de los Balcanes, y Austria, con 8,5 millones de habitantes, ha recibido en los primeros seis meses de este año 28.300 solicitudes de asilo, más que el total de peticiones en 2014.

A unos 30 kilómetros de Viena, miles de personas esperan que se decida su suerte hacinados en campamentos como el de Triskirchen, en condiciones denunciadas por Amnistía Internacional y Naciones Unidas. Pero su situación podría incluso empeorar con la previsible llegada de inmigrantes procedentes de la Antigua República Yugoslava de Macedonia.

El lunes, desde este campamento cerca de Gevgelia, el ministro austriaco de Exteriores llamaba a la solidaridad internacional.

Sebastian Kurz, ministro austriaco de Asuntos Exteriores:
“Estamos en una situación en la que los inmigrantes llegan de un país de la UE a Macedonia, pero el país no puede manejar esta crisis sin ayuda. Las autoridades están completamente desbordadas.Necesitamos un enfoque global europeo que no consista simplemente en que cuando los refugiados llegan a Grecia, la mayoría sin haber sido registrados, se les traslade a Macedonia.”

Cada día, una media de tres mil personas ponen rumbo a Europa desde territorio macedonio, y decenas de miles se lanzan al Mediterráneo para llegar a las costas italianas. La tensión también está al rojo vivo en las fronteras terrestres que separan a Marruecos de los enclaves españoles de Ceuta y Melilla.

Vallas, improvisación y represión remplazan por ahora a una política migratoria europea capaz de aliviar a quienes se ven obligados a huir de sus países por las guerras, la inseguridad y la miseria.

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