Vladímir Putin vuelve a echar aceite sobre las brasas de la diplomacia. Mientras continúa bombardeando posiciones del autodenominado Estado Islámico
Vladímir Putin vuelve a echar aceite sobre las brasas de la diplomacia. Mientras continúa bombardeando posiciones del autodenominado Estado Islámico en Siria, el presidente ruso ha dicho en una entrevista que la misión de Moscú es estabilizar a las autoridades legítimas del país árabe.
Un discurso totalmente opuesto al de las potencias occidentales, que prefieren la salida de Bachar al Asad.
“La fase activa de nuestra misión en Siria se limitará a las operaciones ofensivas del Ejército sirio. Nuestra tarea consiste en estabilizar a las autoridades legítimas y propiciar un compromiso político”, decía Putin.
En la entrevista en la televisión pública rusa, Putin ha vuelto a confirmar que la ofensiva no será en ningún caso terrestre.
“No. Está totalmente excluido. No tenemos planes de hacerlo y nuestros vecinos sirios lo saben”, añadía el presidente ruso.
Sea cierto o no que las fuerzas aéreas rusas están bombardeando también los bastiones de los rebeldes como denuncian las potencias occidentales, la verdad es que el apoyo de Moscú está ayudando a Al Asad en su lucha contra la oposición.
En los últimos días el Ejército sirio ha recuperado varias posiciones en las provincias de Idlib, Hama y Latakia.