Nuevos casos de pedofilia en Francia vuelven a poner contra las cuerdas a la Iglesia católica

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Por Euronews
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Bertrand y Pierre Emmanuel no tenían nada en común. Hasta que hace algunas semanas descubrieron que tenían los mismos recuerdos que habían marcado su

Bertrand y Pierre Emmanuel no tenían nada en común. Hasta que hace algunas semanas descubrieron que tenían los mismos recuerdos que habían marcado su infancia y la de decenas de otros. Lo que ocurrió tras los muros de una iglesia de la ciudad francesa de Lyon.

“El sacerdote que estaba aquí antes abusó de muchísimo niños, de decenas y decenas de ellos”, afirma Bertrand Virieux, presunta víctima de pedofilia y cofundador de La palabra liberada. “Me acuerdo del olor a sudor, me acuerdo del contacto con la ropa. Me acuerdo de sus manos moviéndose debajo de mi camisa y apretándome con fuerza contra él”.

“Lo que más me impresionó fue que me intentara besar con la lengua. Me acariciaba mis partes íntimas, eso no lo pude evitar. Quería huir, pero tenía miedo de salir de ese cuarto y que nadie me creyera”, cuenta Pierre-Emmanuel Germain-Thill.

“Él ponía su pierna detrás para que no pudiera irme y se frotaba contra mí. Me acuerdo muy bien. Aún puedo sentir su sexo contra mí. Me pedía que dijera que le quería y después él me decía que yo era su niño y que era nuestro secreto, que no lo podía contar”, dice Didier Burdit, otra presunta víctima del sacerdote.

Un secreto que ha sido una carga durante décadas para decenas de jóvenes scout que tenían entonces entre 8 y 12 años. Su responsable, desde 1970 hasta 1991, fue el padre Bernard Preynat. Un hombre carismático, muy apreciado por aquellos que le confiaban cada semana a sus hijos, recuerda un feligrés.

Valérie Gauriat, euronew: “¿Nadie sospechaba nada entonces?”

“Claro que había gente que lo sabía, pero no se comentaba. Él era un hombre muy carismático. Estoy seguro de que había padres que, cuando sus hijos les contaban lo que pasaba, les decían que les estaban tomando el pelo y que no era verdad”.

“Me acuerdo muy bien que casi siempre ocurría en este cuarto. Solo una vez o dos pasó en otro. Algunas veces había ruido en el exterior y otras silencio… Como el de hoy, que todavía resuena”, dice Bertrand Virieux.

El silencio. Didier ha vivido con él durante más de 30 años. Sufrió abusos desde los 8 a los 11 años. Quedamos con él en casa de Bertrand, cofundador de “La palabra liberada” (“La Parole Libérée”), una asociación creada el pasado diciembre con otras presuntas víctimas de los abusos del padre Preynat.

Algunos de ellos han denunciado al sacerdote por agresiones sexuales a menores de 15 años. Con la ayuda de un psicólogo, el grupo apoya y escucha a aquellos que han sido víctimas de pedofilia. En pocas semanas, la asociación ha recibido decenas de testimonios de personas que nunca habían reunido el valor para contar su historia o porque nadie les creyó cuando lo hicieron.

“Hemos conseguido contar los hechos para que se sepa que es una realidad, que es verdad lo que los niños han sufrido. Para enfrentarnos a todas aquellas personas que minimizan los hechos”, afirma François Devaux, presunta víctima de los abusos del sacerdote y cofundador de La palabra liberada.

François Devaux se lo contó a sus padres, que escribieron inmediatamente a la diócesis de Lyon para reclamar la suspensión del cura.

El padre Preynat reconoció los hechos. El arzobispo de entonces le apartó de su parroquia. Sin embargo, seis meses más tarde volvió al servicio. Continuó ejerciendo y teniendo contacto con niños en otras parroquias de la región durante 25 años.

Fue cesado de sus funciones en mayo del año pasado por el actual arzobispo, el cardenal Barbarin, y celebró su última misa en agosto.

El padre Preynat fue acusado en enero. Confesó todo, incluso casos de violación. Su abogado, Frédéric Doyez, asegura que él nunca negó los hechos.

“Si no se ha hecho justicia no ha sido porque el padre Preynat lo haya impedido. En el momento que se le preguntó, confesó. Es un hombre que ha vivido con sus delitos durante 25 años. Con una particularidad, que confiaron en él como si no hubiera hecho nada. Pensaban que era suficiente cambiarle de lugar para que todo se olvidara”.

En las antiguas parroquias del padre Preynat, los hechos han generado estupor y, también, algo de vergüenza:

“Solo puedo decir que el que no haya pecado que tire la primera piedra, solo eso. Esto es muy molesto, pero para nosotros fue un buen sacerdote. Fue muy querido y lo sentimos mucho. Nuestro hijo era monaguillo y ha lamentado su marcha”, decía una mujer.

“Él quería a los niños y los niños le querían mucho y el catecismo iba bien. No me imaginaba por nada del mundo que pudiera hacer eso otra vez. Era mi superior, yo era vicario, él era mi pastor. Hubiera sido desagradable saber que mi pastor hacía eso, insoportable. Fue mejor no saberlo”, aseguraba un hombre.

Varios cardenales han estado al frente de la diócesis de Lyon durante este tiempo. Las víctimas de Preynat les rinden cuentas.

“Estoy molesto con todo el sistema de la Iglesia, con toda la gente que lo sabía. El obispo de la época y el obispo actual. Toda esa gente dejó que pasara. ¿Por qué no prohibieron a este sacerdote tener contacto con los niños? Es una pregunta que nos tenemos que plantear”, dice Didier Burdet.

El cardenal Barbarin aseguró que no fue informado del comportamiento de Bernard Preynat hasta 2014. Ahora admite que fue en 2007.

Pero precisa que se trataba de hechos pasados de los que nunca hubo queja ni ningún indicio de reincidencia.

El arzobispo de Lyon ha declinado ser entrevistado. Nos remite a Régine Maire, encargada del caso Preynat y de tomar testimonio a las víctimas para la diócesis.

“Lamentamos este silencio, esta forma de proteger a la institución más que a las víctimas, pero ha sido así”.

Una respuesta que no es suficiente para las víctimas de Preynat. Algunas de ellas han denunciado al arzobispo de Lyon y a Régine Maire por no informar de los actos de pedofilia. Ella aún no lo sabe. Lo sabrá un día después de esta entrevista.

“Creo que el cardenal Barbarin es consciente de los riesgos que conlleva, podría ser complicidad. Si hay un juicio por encubrimiento o por no denunciar los hechos él sabe que el riesgo es la cárcel. Creo que es consciente. Y que él podría presentar su dimisión si es necesario, por la credibilidad de la Iglesia”, dice la también portavoz de la diócesis de Lyon.

Los miembros de la asociación La palabra liberada quieren respuestas de la Iglesia. Sus quejas podrían afectar a varios responsables del Vaticano, que también conocían el caso. La Santa Sede ha confirmado la obligación de los obispos de informar a las autoridades de los casos de abuso de menores.

El juicio de Preynat es inminente.

Los delitos han prescrito en el caso de muchas de las víctimas, pero no para Pierre Emmanuel. Para él, como para otros, el caso de Preynat tiene que oírse bien alto en los corredores del tribunal.

“Para mí ya es una victoria haber podido presentar una queja, haber oído una confesión y haber logrado un movimiento de las instituciones religiosas para que salga a la luz todo lo que se ha ocultado durante 25 años. Para mí es muy grave y esto es principalmente por eso, para que se sepa”, concluye Pierre-Emmanuel Germain-Thill.

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