“¿Por qué no hablas con nosotros? Vienes aquí a pasearte para que te hagan la foto y te aplaudan en Bruselas”. Son las duras críticas que este martes
“¿Por qué no hablas con nosotros? Vienes aquí a pasearte para que te hagan la foto y te aplaudan en Bruselas”. Son las duras críticas que este martes ha recibido el comisario de Migraciones, Dimitris Avramopoulos, a su llegada a Idomeni, en Grecia, donde miles de emigrantes y refugiados esperan a que las autoridades macedonias abran su frontera. Sin embargo, todo indica que eso no va a ocurrir, al menos por ahora. De hecho, el gobierno de Skopje ha devuelto en las últimas horas a los 1.500 emigrantes que ayer consiguieron entrar en su territorio vadeando un río poco profundo.
Entre tanto, la Unión Europea prepara la cumbre del jueves con Turquía esperando llegar a un acuerdo que le permita frenar la crisis. Aunque antes debe tranquilizar a Chipre, ya que Nicosia ha amenazado con boicotear las negociaciones si Bruselas accede a avanzar en el proceso de integración de Turquía en el bloque comunitario.
La llegada de emigrantes y refugiados al Pireo procedentes de las islas del este del Egeo no cesa. Alrededor de 4.000 personas viven junto al puerto, mientras otras 10.000 esperan en las islas un barco que les traiga hasta aquí. 12.000 más se encuentran atrapadas en Idomeni y otras 20.000 se reparten por el resto de centros de refugiados de Grecia. El gobierno ya les ha dicho que la ruta de los balcanes está cerrada y que va a permanecer así. Pero como prueba el reciente incidente en la frontera de la Antigua República Yugoslava de Macedonia, miles de emigrantes están dispuestos a arriesgar sus vidas para llegar a su destino en el corazón de Europa.