Este viernes ya no quedaba nadie en el campamento de Idomeni, en la frontera de Grecia con Macedonia.
Este viernes ya no quedaba nadie en el campamento de Idomeni, en la frontera de Grecia con Macedonia. Sin embargo, algunas decenas de migrantes se resisten a marcharse de la zona y han montado sus tiendas en las proximidades. No ya por la vaga esperanza de que Macedonia vuelva a abrir el paso, sino porque piensan que cualquier otra alternativa será peor.
“Esto no está mal, pero tampoco está bien”, comenta esta joven siria. “Pero creo que los nuevos campamentos de Tesalónica y Atenas están muy mal, peor que este. Me quedaré aquí, no sé cuándo me marcharé”.
Permanecen a las afueras de la ciudad de Evzoni. Según la ONU no les falta razón. Asegura que varias de las instalaciones habilitadas para los solicitantes de asilo no cumplen con los requisitos mínimos de salubridad. Son antiguas fábricas y almacenes donde la gente permanece hacinada sin ventilación, y sin suficiente comida, agua y baños.
#ACNUR critica el estado de las instalaciones donde se ha llevado a evacuados de #Idomenihttps://t.co/EdR0i0bOch
— ACNUR Comité Español (@eACNUR) 27 de mayo de 2016
En Idomeni malvivían 8500 personas, que llegaron a ser 14.000.
El Gobierno griego estima que aún hay 54.000 migrantes en su territorio. Se espera que unos 15.000 se queden allí como refugiados y otros tantos sean trasladados a otros países de Europa.