¿Quién se atreve a poner en práctica el Salario Básico Universal?

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Por Euronews
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Suiza se convertirá en el primer país en introducir el Salario Básico Universal (UBI, en sus siglas en inglés).

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Suiza se convertirá en el primer país en introducir el Salario Básico Universal (UBI, en sus siglas en inglés).

¿Qué es el Salario Básico Universal?

Por el momento, las ayudas sociales son distribuidas teniendo en cuenta criterios individuales, normalmente, basados en sus ingresos.

Existen varios modelos de UBI, aunque, en general, se pretende fijar una cantidad que el estado atribuirá a la gente sin importar cuál sea el nivel de sus recursos.

Por ahora, las autoridades suizas no han determinado la cuantía del futuro UBI. Sus partidarios sugieren que se sitúe en unos 2 500 francos suizos (2,259 euros) para los adultos y 625 (564 euros) para los menores.

¿Por qué está de actualidad el UBI?

Porque el próximo 5 de junio, los suizos decidirán en referéndum si están a favor o en contra de esta iniciativa.

Los ciudadanos suizos tienen la posibilidad de organizar consultas para cambiar la Constitución en áreas particulares si consiguen reunir, al menos, 100 000 firmas.

El resultado del voto del próximo domingo decidirá si se introduce el UBI pero no definirá los detalles del mismo.

¿Qué argumentos avanzan los defensores del UBI?

Los instigadores de esta iniciativa proponen una simplificación de la maraña burocrática que gestiona los subsidios sociales remplazándolos por un salario que acabaría con la pobreza y las desigualdades, así como con la dependencia a la asistencia social.

Entre las ventajas, algunos consideran que incrementaría la libertad individual para elegir un trabajo, alentaría el espíritu emprendedor y permitiría a la gente implicarse en el bienestar común.

El salario mínimo universal permitiría a los jóvenes prolongar sus estudios y colmaría las diferencias salariales entre los hombres y las mujeres.

Para la red por un salario básico mínimo mundial: “la imposibilidad de acabar con el paro a través de métodos convencionales ha llevado a numerosos pensadores y académicos a tomar en serio esta iniciativa. Las políticas sociales y económicas no pueden ir por separado. El salario mínimo universal podría conciliar el interés de ambas a la hora de alcanzar sus dos principales objetivos: el pleno empleo y la lucha contra la pobreza.”

¿Se trata de una utopía socialista?

Muchos detractores de UBI no han dudado en calificarlo de cuento socialista, y creen que solo incitaría a la pereza por parte de los trabajadores y a la desidia de los empresarios que no tendrían por qué verse obligados a pagar un salario que ya otorga el Estado.

Otro de los aspectos negativos, según sus detractores, radica en su coste. Tal política requeriría una gran recaudación impositiva. Tasas que desalentarían a los empresarios, al mismo tiempo, el UBI actuaría de imán migratorio.

¿Qué otro país baraja la posibilidad de ponerlo en marcha?

Finlandia se ha comprometido a llevar a cabo un proyecto piloto para enero de 2017.

El pasado mes, durante la convención del Partido Liberal de Canadá se votó una resolución con el fin de reducir la pobreza garantizando un salario mínimo.

La ciudad de Utrecht en Países Bajos, con la ayuda de la universidad local, ha puesto en marcha un proyecto piloto sobre el salario mínimo universal.

¿Qué piensan?

El filósofo alemán Eric Fromm dijo que “garantizar un salario mínimo no solo permitiría una mayor libertad sino que pondría en práctica el principio de nuestra cultura humanista y judeocristina: el hombre tiene el derecho de vivir en cualquier caso.”

Martin Luther King, líder del movimiento de derechos cívicos en Estados Unidos dijo: “la solución de la pobreza es abolirla directamente a través de una medida ampliamente discutida: un salario mínimo garantizado. Así resolveríamos el problema de la vivienda, la educación.”

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Declan Gaffney, ex asesor del alcalde de Londres cree que “el UBI promete una especie de repartición del mundo del trabajo entre el gobierno y el mercado que no es ni factible ni deseable ya que convertiría al gobierno en un redistribuidor de ingresos que luego recuperaría”. Esto funcionaría, dice Gaffney, “si viviéramos en un mundo donde el mercado funciona a la perfección gracias a individuos perfectamente racionales con una movilidad laboral perfecta.”

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