Londres ha despejado la incertidumbre que planeaba sobre la central nuclear de Hinkley Point.
PUBLICIDADLondres ha despejado la incertidumbre que planeaba sobre la central nuclear de Hinkley Point. El gobierno británico ha aprobado finalmente la construcción de una tercera planta atómica en esta localidad del suroeste de Inglaterra a cargo de un consorcio franco-chino. La compañía estatal francesa EDF desarrollará dos tercios del proyecto y la estatal China General Nuclear Power Group aportará el resto.
Ante el parlamento, el ministro de Economía y Energía, Greg Clark, ha justificado la deicisón:
- “Es importante un equilibrio adecuado entre acoger inversión extranjera y asegurarnos de que esta sirva al interés nacional, y eso exactamente lo que conseguimos. La inversión asegurará el 7% de nuestras necesidades eléctricas durante 60 años y ayudará a reemplazar la capacidad nuclear existente, que deberá ser dada de baja en la próxima década”.
La primera central de Hinkley Point se cerró en el año 2000 y la segunda está obsoleta desde hace años, un mal que afecta al conjunto del parque nuclear británico. Su cierre, postergado ya en dos ocasiones, podría producirse en 2023.
El coste inicial del proyecto de la central, que ha sido bautizada como Hinkley Point C y ha estado rodeado de polémica desde sus inicios, supera los 21.000 millones de euros. Algunos expertos aseguran que es tan cara que nunca se podrá amortizar.
“The white elephant of Hinkley Point has an estimated construction cost of…” — @enablerbro1https://t.co/yjAfT2mnQopic.twitter.com/VDqJxNEAam
— roger c (@enablerbro1) 15 de septiembre de 2016
En la red sobran argumentos en contra de su contrucción y ya han surgido varias iniciativas para intentar parar el proyecto, que ha sido definido como un gigantesco “elefante blanco que entrega las llaves del futuro energético británico a los gobiernos chino y francés, mientras bloquea las inversiones y cierra el acceso a energías renovables alternativas más rápidas y baratas”.
Nada más llegar al Gobierno, Theresa May decidió congelarlo para analizar sus pros y sus contras, lo que provocó un gran malestar en París y Pekín. China aprovechó la reciente cumbre del G20 para presionar al Ejecutivo británico.