Hace diez años que en Hong Kong no se juzgaba un caso criminal tan horrible y truculento.
PUBLICIDADHace diez años que en Hong Kong no se juzgaba un caso criminal tan horrible y truculento. El exbanquero británico Rurik Jutting está siendo juzgado por torturar y matar de forma cruel a dos mujeres indonesias. Los cadáveres fueron encontrados el 1 de noviembre de 2014 en el apartamento de lujo del acusado en Wanchai, una zona de rascacielos y restaurantes frecuentada por los expatriados.
En el primer día del proceso, el fiscal describió cómo Rurik Jutting torturó a una de sus víctimas durante tres días con pinzas, juguetes sexuales y con un cinturón, antes de acuchillarla hasta la muerte en la ducha. Jutting, que estaba supuestamente bajo los efectos de la cocaína, grabó con su teléfono el martirio sufrido por la mujer.
La víctima era una joven indonesia de una veintena de años, que había entrado en el país con un visado de turista y con la que el exbanquero había mantenido algún tiempo antes relaciones sexuales pagadas. Tras matarla, Jutting envolvió el cuerpo en un plástico y lo metió dentro de una maleta. En una grabación, el acusado explica cuánto disfrutó matando a la joven y asegura que nunca lo habría podido hacer sin cocaína.
El exbanquero explicó a la policía que, inmediatamente después del primer asesinato, salió a buscar otra presa. Era el 31 de octubre y en su camino se cruzó otra joven indonesia, Seneng Mujiasih, a la que propuso dinero a cambio de mantener relaciones sexuales. Jutting le cortó presuntamente el cuello. La policía encontró el cadáver desnudo de la mujer en el apartamento de Jutting, en medio de un charco de sangre. El cuerpo de la otra víctima fue descubierto horas después en el balcón.
Rurik Jutting se ha declarado “no culpable” de los asesinatos, al considerar que su responsabilidad estaba “atenuada”, aunque reconoció dos homicidios involuntarios. El británico será juzgado por la Alta Corte de Hong Kong. El exbanquero y antiguo estudiante de la prestigiosa universidad de Cambridge podría ser condenado a cadena perpetua.
Delante del tribunal, un pequeño grupo de miembros de asociaciones de ayuda a los inmigrantes indonesios ha reclamado un “juicio rápido y justo” y compensaciones económicas para las familias de las víctimas.