Francia: Hollande tira la toalla

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François Hollande, presidente de Francia: “El poder, el ejercicio del poder, los lugares del poder, los ritos del poder no me han hecho perder la lucidez nunca.

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François Hollande, presidente de Francia:
“El poder, el ejercicio del poder, los lugares del poder, los ritos del poder no me han hecho perder la lucidez nunca. Y hoy, soy consciente de los riesgos que conllevaría mi candidatura, que no reúne todos los consensos. He decidido no ser candidato a las elecciones presidenciales.”

Así ha sido la renuncia del presidente más impopular de la historia de la Quinta República francesa. Una primicia que no sorprende tanto como debería, porque tampoco antes ningún presidente había recibido tal aluvión de críticas. Comparado a sus antecesores y a sus mandatos únicos o repetidos, François Hollande es de lejos el que terminará con un índice de popularidad más bajo, con un 13% como mucho, y solo el 4% de los franceses se dicen satisfechos con su gestión.

Tomando esta decisión inédita y de consecuencias impredecibles para su futuro político, Hollande confiesa y asume su fracaso. Las esperanzas que suscitó en la izquierda tras la presidencia de Sarkozy se ha esfumado por partida doble. En el campo económico para empezar, el paro no ha bajado significativamente y el crecimiento sigue de capa caída.

Además, el Hollande presidente que aspiraba a la diferencia, a la ruptura, a la ejemplaridad, se vió en cambio en primera página de los periódicos con escándalos
de alcoba que dieron paso a represalias en forma de confesión…que siguieron nutriendo la prensa de todo tipo.

La gran reforma social que marcará la historia de su mandato es el matrimonio para todos, reclamado por gran parte de la izquierda pero aprobado con forcéps tras un encarnizado combate de varios meses librado en la calle con sus detractores.

La onda expansiva de la masacre en Charlie Hebdo y posteriormente, los atentados del 13 de noviembre, alteraron las prioridades nacionales. Reaccionar de inmediato, y proteger y tranquilizar a la población pasó a ser lo más importante. Durante un tiempo, la popularidad del presidente remontó, pero las divisiones llegaron pronto. El proyecto de ley que tenía como finalidad quitarle la nacionalidad a los franceses que tuvieran relación con el terrorismo cristalizó las tensiones. Elaborada en una situación de urgencia, la ley contraria a los valores tradicionales de la izquierda, llevó a la dimisión de una ministra y a una larga crisis legislativa que culminó con su abandono. Una de las cosas que lamenta Hollande. De la llamada ley El Khomri, en cambio, no se arrepiente, aunque fue la última estocada del presidente socialista a su electorado. Considerada demasiado pro patronal y demasiado liberal, fue aprobada por decreto pese a las manifestaciones en contra.

Poco izquierdista para unos, no lo suficientemente ambicioso para otros, al final, cinco ministros han dimitido del Ejecutivo Hollande, dejando en evidencia que su proyecto no ha calado ni entre los franceses en general, ni en su familia política en particular.

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