François Hollande prometió en 2014 que, si el paro no bajaba en Francia desde esa fecha hasta 2017, no se presentaría a la reelección presidencial.
PUBLICIDADFrançois Hollande prometió en 2014 que, si el paro no bajaba en Francia desde esa fecha hasta 2017, no se presentaría a la reelección presidencial. Y los números lo han tumbado porque el desempleo en el país siguió aumentando hasta el punto de que es su primer ministro, Manuel Valls, quien optará a las primarias socialistas para una candidatura.
Cuando Hollande llegó al poder en mayo de 2012, el paro en el país estaba en el 9,3 por ciento en Francia metropolitana, según los datos del instituto nacional de estadíticas INSE. En el tercer trimestre de 2016, se situaba en el 9,7% después de que a mediados de su quinquenato superara el diez por ciento en niveles récord. El descenso en los últimos meses llega demasiado tarde y es demasiado tímido.
Simultáneamente, la ley de reforma laboral del Gobierno contó con una enconada oposición en la calle por parte de los sindicatos entre febrero y septiembre pasados.
En el aspecto fiscal, la presidencia de Hollande también destaca por una elevada carga impositiva para las familias. En Francia, llega casi al 48 por ciento sobre el Producto Interior Bruto. En contraste con el cuarenta de la Unión Europea o el 41 de la eurozona.
Para reducir la deuda del Estado y atender a las exigencias de Bruselas, esa fue la estrategia del Ejecutivo. La promesa de que, posteriormente, se empezarían a rebajar los impuestos también llega con retraso para las reclamaciones de diferentes sectores.
Finalmente, el crecimiento en el país es positivo pero no lo suficiente. El Gobierno había previsto en sus presupuestos de 2015 un crecimiento del uno y medio por ciento. Pero con el 1,1 acumulado hasta ahora, tuvo que revisarlo a la baja al 1,4. No mucho más que en 2015, cuando se situó en el 1,2.
Son niveles no demasiado altos para crear empleo. Aunque uno de los mayores problemas de Francia es su pérdida de competividad en comparación con su vecino Alemania. El equilibrio entre el amplio sistema social francés y una economía más dinámica es uno de los retos para el próximo inquilino del Elíseo.