El tiempo mina la esperanza. Mokdad, refugiado iraquí en Suecia.

El tiempo mina la esperanza. Mokdad, refugiado iraquí en Suecia.
Por Aurora Velez
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Riksgränsen, al norte de Suecia.

Riksgränsen, al norte de Suecia. Esta estación de esquí del ártico abrió en octubre de 2015 para acoger, no a esquiadores, sino a un grupo de refugiados. Una solución temporal que el gobierno sueco aprobó en vista de la llegada al país de cerca de 164.000 refugiados en tan sólo unos meses.
A falta de centros de acogida, el país ofreció un techo allí a cerca de seiscientas personas procedentes de Siria, Afghanistan, Irak y Eritrea.En enero de 2015, Euronews pudo entrevistarles. Uno de ellos fue este iraquí, Mokdad Ayad Al Jaburi, de 29 años. En aquel entonces contabla que la situación en Bagdad “era horrible: asesinatos, masacres, ataques. Pero lo más difícil para mi fue cuando dejé a mis hijos y mi familia. Fue un momento muy duro”

Como la mayor parte de los refugiados, Mokdad realizó una peligrosa travesía desde Turquía hasta Grecia, y luego hasta Suecia donde llegó en octubre de 2015. Su mujer y sus dos hijos, se quedaron en Bagdad. En Riksgränsen trabajó en la cocina de este hotel junto a otros compañeros refugiados, como él. Esperaba, según nos dijo, obtener el asilo: “de entrada, necesito mi permiso de residencia, después traeré a mi familia, a mis hijos y mi familia, y buscaré un empleo”.

Pero aquello fue entonces, la realidad hoy es otra. Casi un año después, encontramos a Mokdad en una ciudad del sureste: Fagersta.

Mokdad llegó al centro de acogida de esa localidad, a finales de enero de 2016. No habla ni inglés ni sueco. Su amigo sirio Sameh, nos ayuda con la traducción. Creen que no nos han permitido grabar dentro, porque el año pasado el centro estaba superpoblado: había seiscientas personas en un local destinado a albergar la mitad. ¿Por qué Mokdad terminó aquí?. Nos explica que el contrato que tenían
“en el hotel era temporal. Cuando terminó nos redistribuyeron por Suecia. Algunos fueron hacia el norte, otros hacia el sur y al este, porque cuando la temporada de esquí comenzó, tuvimos que dejar el hotel”. Dice que en estos momentos se siente “frustrado” porque teme “que quizás no consiga nunca el permiso de residencia. Aquí, en el centro, la comida está bastante bien y las condiciones, también”, matiza.

Los últimos meses para Mokdad no han especialmente duros. “¿Hay algo por lo que sentirse feliz? Mi familia, mis hijos estan lejos. Es cierto, yo me siento seguro aquí pero ellos no pueden decir otro tanto”, dice abatido.

Sabe que sin un permiso de residencia, tiene pocas posibilidades de poder optar a clases de idiomas o a un cursillo. Tanto él como su amigo cuentan que pasan el día dentro, hablando con la familia cuando pueden o dando paseos por el centro de la ciudad. le dan continuamente vueltas a la eterna pregunta: ¿por qué tardan tanto en llegar sus papeles?

Arido Degavro es abogado, está especializado en los derechos de los demandantes de asilo. Dice que el número creciente de refugiados que han llegado al país desde el verano de 2015 explica esos retrasos. Mokdad como otros muchos refugiados ha tenido que recurrir a un abogado y, después, conseguir una entrevista con el departamento de inmigración. La decisión puede llevar como mínimo, meses, y por supuesto depende del lugar de procedencia del refugiado.

Degavro explica que cuando se viene de Bagdad es “muy complicado, porque ahora el departamento de inmigración considera que la capital iraquí es una zona relativamente segura, pero las organizaciones de defensa de derechos humanos dicen lo contrario en sus distintos informes. No obstante – recalca – para el departamento de immigación Bagdad es segura”.

En Suecia algunos visados se revisan cada trece meses, otros cada tres años. Y los refugiados procedentes de países considerados seguros, se arriesgan a ser deportados. La ley se endureció el año pasado.

Enseñamos a Mokdad el reportaje que filmamos en enero en Riksgränsen. Muchas de aquellas personas veían la nieve por primera vez. Mokdad tiene buenos recuerdos de aquella época en el norte del país. De hecho, sigue en contacto con otros refugiados que conoció entonces. El sirio que entrevistamos en este reportaje vive en el norte con su mujer y su hijo y tienen permiso de residencia. Ali, otro iraquí, vive en el centro del país, pero aún está pendiente de su estatuto de residente.

Confiesa que cuando trabajó “en la cocina estaba muy motivado, pensé que me contratarían. Pero nos transfirieron. No sé qué pasó”.
Ahora dice que no tiene “esperanza alguna, ni motivación. Porque han pasado un año y dos meses y no me han convocado para la entrevista. E incluso si consigo una, ¿cuánto tiempo van a tardar en tomar una decisión? ¿un año? ¿siete meses? ¿quién sabe?”, se pregunta.

Mokdad espera conseguir una entrevista en enero. Pero incluso si obtiene su permiso de residencia, la reunificación familiar le llevará tiempo. Aunque él no quiere irse de Suecia, la espera se le hace cada vez más dura.

El abogado Arido Degavro explica que la ley sueca sobre las personas extranjeras, Alien’s Act, especifica que si la persona trabaja por un periodo de cuatro meses durante el proceso de asilo y en la misma empresa, y si además obtiene un contrato de un año con un sueldo razonable, se le permite solicitar el permiso laboral aunque se le haya denegado el de asilo. Pero si la persona no habla ni inglés ni sueco, le será muy difícil encontrar tabajo. Y los que no hablan ninguno de estos dos idiomas, se verán amenudo esperando y esperando”

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