Si 2016 fue un año negro para el turismo en Turquía, uno de los principales ingresos del país, 2017 empieza con el mismo ensañamiento por el sangriento atentado de Fin de…
PUBLICIDADSi 2016 fue un año negro para el turismo en Turquía, uno de los principales ingresos del país, 2017 empieza con el mismo ensañamiento por el sangriento atentado de Fin de Año. La discoteca la Reina, donde murieron a manos de un yihadista 39 personas la mayoría de ellas extranjeras, se encuentra en la orilla europea del Bósforo en Estambul. Un lugar muy frecuentado por los turistas.
“La cosa más importante es seguir viviendo de la misma forma que lo hacíamos hasta ahora y habíamos planeado”, explica una turista rumana que viven en Alemania. “Esta es la única respuesta lógica que podemos hacer frente al terrorismo. Es una forma de luchar contra él día a día”.
“Me siento un poco nerviosa, debo admitirlo”, reconoce por el contrario una turista checa. “Es horrible. La gente viene aquí para pasárselo bien y celebrar el Año Nuevo. Y un individuo se dedicó a disparar contra la gente. Estoy por triste por la gente que murió y sus familias”.
“Estambul es bonito, hemos venido por nueve días y no tenemos intención de marcharnos”, asegura por su parte un turista ruso. “Estoy aquí con mi mujer y lo pasaremos de forma agradable”.
A la espera de un balance oficial para todo el año, los economistas calculaban hace unos meses que Turquía iba a perder en 2016 alrededor de ocho mil millones de euros en ingresos turísticos (un 1% de su PIB). La tendencia no parece que vaya a cambiar en 2017.