Daesh: el retorno del califato

Daesh: el retorno del califato
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Por Aurora Velez
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Análisis histórico sobre el wahabismo y las raíces de Daesh

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- Autor: Mohamed Abdel Azim – Traducción, vínculos, background y fotos: Aurora Vélez

Hace dos meses, la coalición internacional antiyihadista lanzó una ofensiva de gran envergadura para recuperar Mosul,“la tercera ciudad de Irak”:, feudo del autodenominado Estado Islámico. Este ataque preparado metódicamente mucho antes por todos los protagonistas, destaca por su dimensión simbólica y al mismo tiempo estratégica para poner fin al “Estado” de Abu Bakr al-Baghdadi. El concepto “Estado Islámico es la traducción literal de Al daula al Islamiya, del que procede el acrónimo: Daesh”: http://www.eldiario.es/internacional/Islamico-Isis-Isil-Daesh_0_452855464.html. Daesh ha conseguido, no obstante, retomar el control de Palmira a pesar de los intensos bombardeos de la aviación rusa que no han impedido que los yihadistas entraran en la ciudad. Ya la habían ocupado en marzo de 2016. Cabe pues preguntarse ¿de dónde saca Daesh sus recursos combativos?

### El “Estado” según Al-Baghdadi

Para Aristóteles la “res pública” se basa en una idea clave: “toda ciudad es una comunidad”. Pero en el léxico del “Estado Islámico” esta fórmula se transforma en: “toda ciudad es una sumisión de la comunidad”. En su ideal de ciudad o de nación, Daesh pretende construir su comunidad, denominada Umma) con un objetivo propagandístico: volver a dar pureza y esplendor al islam.

Desde el punto de vista del sociólogo Emile Durkheimien, todo lo referente a Daesh es algo nuevo en el campo académico y no ha tenido aún el espacio necesario para su análisis y comprensión. La estrategia de Daesh está basada en la noción de yihad y es la continuidad de un pensamiento extremista y destructivo desde el siglo XIII. En la escena internacional, Daesh sorprende por su estructura polimórfica y su impacto mediático a través de su agencia de prensa Amaq.

Su resonancia siembra el desasosiego en el campo político y el de la estrategia. Nadie sabe dónde han sido filmadas las imágenes que difunde; ni por quién; ni siquiera si son reales; pero las televisiones del mundo las retransmiten y provocan acciones políticas y militares. La organización terrorista ha conseguido imponerse en la agenda de las potencias internacionales y siembra el terror en Europa desde 2013.

Abou Bakr Al-Baghdadi autoproclamado califa en Raqqa, Siria, goza de su papel de ídolo frente a quienes le siguen y les reclama lealtad y obediencia. Al- Baghdadi establece un lazo entre los pocos pensadores de la yihad, que fueron derrotados por la fuerza de las armas. Estos movimientos aparecieron durante ciertos periodos, a partir del siglo XI y aunque fueron neutralizados temporalmente, el uso de la fuerza siempre ha fallado en la voluntad de acallarlos. Esta solución se ha mostrado, pues, ineficaz durante siglos.

Hoy en día, hay un malentendido histórico profundo en Al-Baghdadi, quien utiliza el aspecto fundamental de la continua ruptura con la voluntad de reforma o islâh en el pensamiento árabo-musulmán. Al-Baghdadi se olvida del principio de la chura, la concertación, y hace un llamamiento a la noción de complot, de guerra o fitna. Para él, existe un complot contra el Islam y la solución es la yihad contra los demás, designados como fuente de la impiedad.

“El otro”, Ibn Taymiyya

Para movilizar a sus discípulos, Al-Baghdadi se basa en un método que ya fue empleado en los siglos XI, XIII y XVIII.

En el siglo XI Omar Khayyam, astrónomo y poeta persa, escribía poemas, odas al vino y a las mujeres (Los Rubaiyat). En esa misma época el fundador de la secta los asesinos, Ibn Al-Sabbah formaba a sus milicias, sembraba el terror y acosaba a los visires. Enviaba a sus secuaces para envenenar y estrangular a altos responsables. Se cree que éstos actuaban “bajo los efectos del hachís. En árabe se les denominaba ‘hashsa – shin’, término que en occidente derivó en asesinos”: https://franciscojaviertostado.com/2013/12/13/hassassin-el-origen-de-los-asesinos/

A medidados del siglo XIII el ejército mongol, procedente del sureste de Asia, ocupó la entonces Persia. En 1258, “los mongoles”: http://www.biografiasyvidas.com/monografia/gengis_kan/imperio_mongol.htm, originarios del sur de Rusia y del norte de China se ampararon de Bagdad y amenazaron Damasco y El cairo. Al ejecutar al último califa, terminaron con la dinastía de los Abasidas, que estuvo en vigor desde el año 750 hasta el 1258. Bajo el reino de los Abasidas, la cultura árabe tuvo un gran auge. Cuando Bagdad capituló frente a los mongoles, el ejército del general Hugalu Khan, nieto de Gengis Khan puso fin definitivamente a la prosperidad intelectual que se extendió durante cinco siglos. Fue entonces cuando Ibn Taymiyya aprovechó la invasión mongola para difundir su doctrina. Se considera que Taymiyya es el pensador más apegado a un islam puro y hoy es sin duda, un referente para los yihadistas.

Los abasidas tuvieron dificultades para reunir fuerzas contra los mongoles, por ello movilizaron a los “mamelucos”: http://paginasarabes.com/2012/05/24/los-mamelucos-una-casta-de-guerreros/ que representaban a la élite de los esclavos, fueron islamizados, procedían en su mayor parte de Anatolia y de diversos puntos de Asia Central y lucharon como soldados bajo las órdenes de distintos califas. Ibn Taymiyya, dejó Turquía para instalarse en Damasco y sacó partido del conflicto entre los mamelucos y los mongoles. Los mamelucos que aspiraban a acceder al poder, utilizaron la influencia de Ibn Taymiyya y el uso de la noción de yihad. Cabe destacar la figura del mameluco Saif ad-Din Qutuz quien fue encarcelado en su juventud y vendido en Siria como esclavo por los mongoles. Formó un ejército y marcó la primera victoria contra los mismos en El Cairo. Pero la primera gran derrota del ejército mongol tuvo lugar en lo que actualmente es Siria. Su imperio comenzó a mermar a la par que se propagaban las enseñanzas de Ibn Taymiyya, que defendía el rechazo, én la práctica religiosa, de todo lo que pudiera ser considerado como innovador. Preconizó la obediencia a los soberanos, avanzó la noción de “el otro” y autorizó la eliminación física de todo aquel que se opusiera a esta regla, ya fuera musulmán o cristiano.

Ibn Taymiyya se mobilizaría posteriormente contra uno de los principales pensadores de su época=
Ibn al-´Arabi (1165-1240), nacido en Murcia y muerto en Damasco, un destacado místico sufí, que algunos comparan con Platón.

El radicalismo de Ibn Taymiyya contrasta con el pensamiento de Ibn al-´Arabi que se preguntó si la razón puede escapar a los límites de la materia. Las autoridades mamelucas encarcelaron varias veces a Ibn Taymiyya debido a su postura radical. De hecho murió en prisión. A este periodo que concluye en el siglo XII se le conoce como la primera oleada del yihadismo.

La prosperidad intelectual árabe, se vió menoscabada durante dos siglos con los mamelucos y a partir de 1517, bajo el imperio otomano, se estancacó durante cinco siglos. Fragilizado y fragmentado, el pensamiento árabe se replegó sobre sí mismo. A mediados del siglo XX, las capitales árabes se encuentran entre las manos de familias monárquicas o bien de regímenes cerrados o dictatoriales. Adoptan modelos calcados de las democracias occidentales, que germinaron a partir de los patrones de Roma y Atenas, en la antiguedad, salvo que en su caso obviando las “teorías contractualistas del Estado”: http://www.philosysofia.com/-/teorias-contractualista-del-estado-hobbes-locke-y-rousseau- de Hobbes, Locke y Rousseau.

El martirio de Muhámmad ibn ‘Abd al-Wahhab

El yihad de Ibn Taymiyya se circunscribe con el tiempo a ciertas capitales árabes, concretamente al Cairo, bajo los mamelucos, primero, y después durante el imperio otomano. Este estancamiento propicia la charlatanería religiosa. Así en Arabia Saudí, aparece la figura de Muhámmad ibn ‘Abd al-Wahhab, padre del wahabismo, una forma estricta y conservadora de entender el islam. Muhámmad ibn ‘Abd al-Wahhab fue un reformador árabe suní e influyente religioso. Nació en 1703 en la península arábiga. Rechazaba las prácticas politeístas y defendía un retorno a los orígenes del islam y su “purificación” siguiendo para ello los principios básicos de la fé. El fundador del primer estado saudí, Ibn Saud, llegó a un pacto con Al-Wahhab. Acordaron que le opoyaría tanto política como militarmente y, a cambio, Al Wahhab concedió a Saud, legitimidad religiosa. Saud se comprometió a exportar los preceptos de la yihad y sus fines políticos, añadiendo a todo ello el concepto de mártir. Se llegó así a la aparición del islam político y al nacimiento de la doctrina wahabita, según la cual sólo existe una interpretación posible de los textos religisos y el obedecimiento hacia la persona o la familia que gobierne, es sagrado.

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Los wahabitas, reavivan las ideas de Ibn Taymiyya (XIII siglo) permitiendo que un individuo o un grupo proceda a la excomunión de otro si no sigue la ley islámica. A principios del siglo XIX, en 1802, los wahabistas entraron en Kerbala, Irak, y mataron a la mayor parte de sus habitantes, destruyendo mezquitas y saqueando todo lo que encontraron a su paso. Al año siguente ocuparon Taif, provincia de la Meca en Arabia Saudí, matando a los hombres y reduciendo a la esclavitud a mujeres y niños. Entre 1811 y 1818 los wahabitas fueron derrotados por las fuerzas otomanas en Diriyah y el emir Al-Saud, ejecutado. Así se cerró la primera oleada wahabita.

El retorno del “Viejo de la montaña” Hasan Ibn al-Sabbah

En ausencia de un modelo de pluralismo político sólido en los países árabes, su capacidad de resistencia ante el pensamiento extremista, se ve fragilizada. La corriente extrema defiende la noción de yihad y el recurso a la violencia, ignorando otra noción crucial. Se trata del término “ijtihad”: https://atharusalaf.com/2016/01/07/el-ijtihad-en-el-islam/ o lo que es lo mismo, el esfuerzo o la reflexión para alcanzar la sabiduría, un concepto ausente desde hace siglos en el vocabulario islamista.

El yihadismo en el siglo XXI se beneficia del mismo sistema de propaganda que tuvieron los predicadores yihadistas en los siglos XII y XVIII. Pero además de las escuelas coránicas cuenta, a diferencia de entonces, con un nuevo vehículo de comunicación planetario: internet. Daesh enarbola la guerra para instaurar un califato haciendo un llamamiento a un concepto federador: la yihad. Abou Bakr Al-Baghdadi, autoproclamado califa del Estado islámico en 2014 ha reavivado la versión de Ibn Timiyya y de Ibn Abdel-Wahab, en “la yihad contra el otro”. Con la noción del “mártir”, el suicidio es pues el objetivo final de los “daeshistas”.

Al Baghdadi, luce un reloj rolex en su mano derecha mientras clama el final del un complot que amenaza a su comunidad, a través de “la resurrección de las resurrecciones”(qiyamat al-qiyamah). Inicia a sus discípulos en torno al sentido oculto de la revelación con el fin de desvelar la verdad (Al-Haquiqah). La verdad de Al-Baghdadi corresponde a la definición de la misma de “Hassan Ibn Al-Sabbah”: http://blogs.gamefilia.com/lord-areg/07-11-2010/37208/el-viejo-de-la-montana-y-los-asesinos el jefe de aquel movimiento que apareció en el siglo XI cerca de Bagdad. Una secta de saqueadores que practicaban los actos más infames, asesinando publicamente a quienes se les oponían o cometiendo misiones suicidas. Daesh supone la reencarnación de un régimen de terror de aquellos consumidores de cánnabis del siglo XI, al que el mundo árabe también denominó “degolladores”.

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