Tienen un visado pero Trump no les deja entrar. El sueño americano roto en mil pedazos

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Por Escarlata Sanchez
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Son iraquíes, sirios, yemeníes, todos refugiados aquí en Jordania.

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Son iraquíes, sirios, yemeníes, todos refugiados aquí en Jordania. Sus esperanzas de encontrar un refugio en Estados Unidos han sido cortadas de raiz el viernes con la prohibición impuesta por el presidente Donald Trump a los musulmanes de siete países. De pronto se encuentran en una especie de limbo administrativo cuando todo empezaba a ir bien después de tantos padecimientos.

Es el caso de esta familia de yazidíes de Sinjar, en el norte de Irak. Después de haber huido de la persecución del Dáesh en 2014, estaban listos para partir por fin a Estados Unidos donde tienen familiares.

Hudeida Naif Rasho nos explica su frustración tras una odisea administrativa que duró varios meses:

“Las gestiones nos llevaron seis meses. Tuvimos dos entrevistas en Bagdad, concluímos las pruebas médicas y la organización nos dijo que en diez días podríamos viajar. Y de repente todo ha quedado suspendido.”

Esta casa en Allentown, Pensilvania fue adquirida para una familia de cristianos ortodoxos de Damasco por unos parientes cercanos. Todo estaba listo para que pudieran empezar una nueva vida en un barrio en el que viven numerosos sirios. Pero no puedieron llegar, nos cuenta Sarmad Assali:

“Mis cuñados y sus familiares vinieron a Estados Unidos con un visado de inmigrantes. Llegaron al aeropuerto de Filadelfia a las 7h45 de la mañana y fueron inmediatamente embarcados en el siguiente avión para ser devueltos a Catar sin permitirles siquiera llamarnos por teléfono.”

Para los refugiados que son ciudadanos estadounidenses, como estos estudiantes de Denver, el temor y los recuerdos de la guerra, vuelven a surgir con la prohibición de Trump.

“¿Sabe? Vengo de una guerra civil, recuerdo el primer día cuando llegamos aquí, lo que mi madre hizo en el aeropuerto. Se arrodilló y besó el suelo, agradecida de haber encontrado un refugio seguro”, nos confía Jeneba Berety cuya familia huyó de Sierra Leona.

“Aunque soy ciudadana estadounidense, sigo siendo musulmana. Y él está en contra de los musulmanes. Entonces, ¿qué ocurre si la toma contra los musulmanes que somos ciudadanos? A mí me da mucho miedo”, asegura Zahra Abdulameer, estudiante de origen iraquí.

Farah Al-Khersan nació en Irak. Esta abogada especializada en temas de inmigración en Detroit, en el estado de Michigan, fue detenida durante unas horas el viernes en la frontera cuando regresaba con su marido de una cena en Canadá. Dice haber recibido miles de consultas.

“Están preocupados por si se les obliga a regresar a sus países en donde se enfrentarían a persecuciones e incluso a la muerte. Hay mucha incertidumbre y miedo.”

Es sobre todo el caso de muchos iraquíes que trabajaban para el Ejército de EE UU. Un doble castigo pues su país está en guerra desde la invasión estadounidense en 2003.

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