La Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa (OSCE) aseguran que el referéndum en Turquía no cumplió con los estándares democráticos, por la “falta de imparcialidad” durante la…
PUBLICIDADLa Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa (OSCE) aseguran que el referéndum en Turquía no cumplió con los estándares democráticos, por la “falta de imparcialidad” durante la campaña.
Los portavoces de la misión han evitado, sin embargo, pronunciarse sobre si el resultado debe considerarse válido o no.
“El referéndum constitucional del 16 de abril tuvo lugar en un terreno de juego desigual y los dos campos de la campaña no tuvieron igualdad de oportunidades. Los votantes no recibieron información imparcial sobre aspectos clave de la reforma”, ha señalado el presidente de la Asamblea Parlamentaria de la Delegación del Consejo de Europa, Florin Preda.
Unlevel playing field in Turkey's constitutional referendum: preliminary conclusions by international observers https://t.co/VJ23jx5T1r
— OSCE (@OSCE) 17 de abril de 2017
Europa ha evitato felicitar al presidente turco. Alemania y Francia dicen que el resultado demuestra la división de la sociedad turca y que los países europeos permanecerán vigilantes.
“El resultado muestra que la sociedad turca está profundamente dividida. Ahora, todo dependerá de la voluntad de Erdogan de seguir persiguiendo o no a sus oponentes… En Europa tenemos que pensar en las posibilidades que tenemos de influir para que el país siga siendo democrático”, ha declarado el ministro de Exteriores alemán, Sigmar Gabriel.
AM
sigmargabriel</a> zu <a href="https://twitter.com/hashtag/ReferendumTurkey?src=hash">#ReferendumTurkey</a>: Türkei ist gespalten, keine klare Mehrheit für Erdogans Kurs. Hoffen auf verantwortungsvollen Umgang</p>— Auswärtiges Amt (AuswaertigesAmt) 17 de abril de 2017
Al igual que el titular de Exteriores germano, el presidente francés, François Hollande, ha advertido a Erdogan de que la convocatoria de un referéndum para restaurar la pena de muerte en Turquía supondría “una ruptura con los valores y los compromisos” de su Gobierno con Europa.