Nadie es inmune al odio en Estados Unidos, ni tan siquiera la estrella de la NBA LeBron James, un coloso de 203 centímetros de altura y 113 kilos de peso cuya casa de Los Ángeles amaneció el miércoles pintada con insultos racistas. Horas después comparecía ante la prensa visiblemente apesadumbrado:
- “No importa cómo eres, no importa cuánto dinero tengas, ni lo famoso que seas. No importa cuántas personas te admiren… Es difícil ser negro en Estados Unidos. Y nos queda un largo camino por recorrer a todos nosotros, como sociedad y como afroamericanos, hasta que nos sintamos iguales”.
La pintada fue borrada inmediatamente. Aunque no es la vivienda principal del jugador de los Cleveland Cavaliers, sus vecinos aprecian su presencia periódica y no dan crédito a lo ocurrido:
“Esta es su casa. Aquí vive su familia una parte del tiempo. Que alguien venga aquí y la humille de esta manera es algo inconcebible”, afirmaba una vecina llamada Jody.
La policía investiga lo ocurrido como un crimen de odio racial. El incidente tuvo lugar a escasas horas de que LeBron James disputara con su equipo el primer partido de la serie que definirá al nuevo campeón de la NBA.