Vergenes Jurado ha cambiado el rifle por la cocina de un restaurante, su vía de reinserción en la sociedad civil. Esta joven, que ahora se maneja con destreza entre los fogones, entró en la guerrilla colombiana de las FARC cuando solo contaba 16 años. Su pasado, no lo puede olvidar. Reconoce que fue una vida dura, que decidió dejar atrás para evitar un segundo aborto. “Fui enfermera diez años, con mis compañeros muriéndose en los brazos. Llegaban heridos y todo. Fue un reto bastante complicado, pero lo superé”, nos cuenta.
Más de 6000 guerrilleros inician ahora su vuelta a la sociedad civil. Mario Contreras, el responsable del restaurante en el que trabaja Vergenes, cree que es posible la reconciliación en Colombia. “Es importante darle la oportunidad a todas las personas que llegan, indiferentemente si son guerrilleros. Digamos que ellos tienen su pasado, pero pues aquí ya se les puede ofrecer un presente”, asegura.
La Agencia Colombiana para la Reintegración se encarga de coordinar este proceso complicado, que puede llevar años, y que pasa por construir una nueva dinámica de convivencia, como afirma el director del organismo, Joshua Mitrotti: “La reconciliación es un proceso de no todos somos amigos, pero donde las dinámicas de relacionamiento en torno a la violencia, la ilegalidad, quedan atrás, y construimos unas relaciones distintas de confianza y de ciudadanía”.
El principal objetivo es que los guerrilleros no acaben formando parte del crimen organizado. A los expertos les preocupa la situación de los guerrilleros menores de edad debido a la mayor vulnerabilidad de la infancia. Tienen también un ojo puesto en la situación de aquellos guerrilleros más mayores, que tendrán difícil acceso al mundo laboral y además muchos de ellos no tienen hogar. Durante años, la guerrilla fue su única familia.