Un éxodo que aumenta cada día.
87.000 miembros de la minoría rohingyá de Myanmar han cruzado a la vecina Bangladés en poco más de una semana. Los desplazados de esa comunidad musulmana dentro de la propia Myanmar superan los 150.000. Desde 2012, los enfrentamientos entre la mayoría nacionalista budista y los rohingyá han provocado cientos de muertes. Una víctima de la represión habla de sus heridas en la frontera:
“ Los hechos ocurrieron en nuestras propias casas. Los soldados entraron en nuestras viviendas y empezaron a dispararnos de manera indiscriminada”, dice.
Son muchas las voces que denuncian un genocidio en curso contra los musulmanes birmanos, alentado por los nacionalistas budistas y ante la pasividad del Gobierno y, en especial, de la consejera de Estado, Aung San Suu Kyi. Manifestaciones en varias partes del mundo, como esta del lunes en Grozni, denuncian la situación y piden acciones internacionales.
La Premio Nobel de la Paz, la paquistaní Malala Yousafzai, ha hecho un llamamiento en Twitter a la, también laureada, Aung San Suu Kyi, para que resuelva la crisis.
My statement on the #Rohingya crisis in Myanmar: pic.twitter.com/1Pj5U3VdDK
— Malala (@Malala) 3 de septiembre de 2017