Australia exhibe su mano dura contra los demandantes de asilo. Las fuerzas de seguridad de Papua Nueva Guinea han evacuado por la fuerza a casi 400 personas que estaban en un centro de detención del país vecino cerrado oficialmente desde el pasado 31 de octubre. Los agentes han requisado comida y bebida mientras los inmigrantes han subido a tejados y han tratado de ocultarse. Aseguran temer agresiones de la población local en caso de una reubicación. En 2012 Canberra reinstauró la polémica tramitación de solicitudes de asilo desde terceros países.
“Creen que de alguna manera pueden presionar al Gobierno australiano para que les permita venir aquí. No nos presionarán. Quiero ser muy claro en esto. El Gobierno mantiene la seguridad en nuestras fronteras y su integridad. Mi Gobierno lo hace y no dejaremos nuestra política migratoria en manos de traficantes de personas”, aseguraba Malcolm Turnbull, primero ministro de Australia.
Bajo argumentos como este Australia mantiene una política migratoria criticada por grupos de derechos humanos y por la propia ONU, que considera este último episodio como una crisis humanitaria por la situación en la que viven inmigrantes y refugiados que llegan de países como Afganistán, Siria, Sri Lanka, Pakistán o Birmania.