El nuevo gobierno austríaco dejará su impronta en la política migratoria de la UE. Su socio de extrema derecha quiere poner coto a la llegada de inmigrantes. Un enfoque que podría obstaculizar las reformas que Bruselas desea implementar en 2018.
En parte porque los partidos conservadores tienden a integrar los mensajes de los populistas. Según explica Benjamin Biardia, profesor de la Universidad Católica de Lovaina, “se están relajando las relaciones con estos partidos, por lo que poco a poco podrían verse alianzas, en una primera fase a nivel nacional y posteriormente a nivel supranacional y europeo.”
El caso de Austria podría sentar precedente. Por ejemplo, acercándose al grupo de Visgrado. Viena está lista para estrechar lazos con Polonia, la República Checa y Hungría. Comparten la misma visión sobre los migrantes y sobre los peligros que encierra el espacio Schengen.
Y esto podría convertirse en un problema para Bruselas que proyecta endurecer su política migratoria sin renunciar a la solidaridad con los países del sur de la Unión Europea.