Unidos por el dolor

Miles de personas unidas por el mismo dolor y con la misma pregunta en los labios ¿por qué?
En una parque de la ciudad de Parkland, jóvenes y adultos han recordado con una vigilia a las víctimas de la escuela Marjory Stoneman Douglas. Algunos testimonios, como el de un padre que perdió a su hija Jamie de 14 años, emocionaron a la multitud.
Los alumnos del centro siguen sin comprender cómo así pudo ocurrir en su tranquilo instituto. "No parecía que fuera real -cuenta entre lágrimas una adolescente-. Es nuestra escuela. Estamos allí todos los días. Es algo inconcebible".
"Los niños no deberían vivir nunca algo así en el colegio. Los padres no deberíamos tener que preocuparnos cuando les dejamos en la escuela", añade un padre.
Entre los presentes, no faltaron las voces que reclamaron un mayor control de la venta de armas, como la del superintendente escolar del condado de Broward, Robert Runcie, que dijo desde el escenario: "Ahora es el momento de promulgar leyes sobre armas que impongan el sentido común en este país".
Poco a poco se van conociendo las historias que hay detrás de cada una de las 17 víctimas mortales. Entre ellas, había tres adultos. El resto eran adolescentes. Uno de ellos era Joaquín Oliver, un chico de 17 años que nació en Venezuela. Llegó a Estados Unidos siendo apenas un bebé. Hacía solo un mes que había obtenido la nacionalidad.