Durante todo el fin de semana, las calles de Prístina son escenario de las celebraciones de una declaración unilateral de independencia que no trajo ni la paz social ni la prosperidad a esta antigua provincia serbia de mayoría étnica albanesa.
PUBLICIDADBanderas, desfiles y música tradicional en las calles de Prístina para festejar diez años de independencia en Kosovo, una declaración unilateral que no han reconocido casi un centenar de países y que no trajo ni la paz social ni la prosperidad a esta antigua provincia serbia de mayoría étnica albanesa. El camino ha sido duro, reconocen algunos, pero están orgullosos de haberlo recorrido:
"Hemos pasado por muchas dificultades como un país. Estamos muy orgullosos de tener estos diez años de independencia", afirmaba una joven
"Estoy feliz. Fue un gran paso para Kosovo tener su propio estado. Cuando lo pienso, me siento muy feliz y orgullosa de nuestro país", añadía otra.
"En este día me siento muy, muy feliz. Me hace feliz y a mi novia, que vino a visitarme desde la República Checa para celebrarlo. Estoy satisfecho", sentenciaba un vecino de la capital.
Con casi dos millones de habitantes, Kosovo exhibe una magra economía corroída por el paro y la corrupción. La tasa de desempleo ronda el 30% y alrededor del 17% de la población vive bajo el umbral de la pobreza. A pesar de todo, Pristina derrocha alegría y felicidad en la celebración de esta efeméride.
Pero el estatus de Kosovo como país no solo no ha obtenido el reconocimiento unánime de la comunidad internacional, sino que es disputado por los serbios, tanto los serbokosovares, en el norte, como en la vecina Serbia, donde la alegría, al llegar esta fecha, brilla por su ausencia.