Los manifestantes están cortando carreteras y los accesos a la capital y al aeropuerto, un día después de que la mayoría oficialista impidiera la elección del líder opositor, Nikol Pashinián, como primer ministro.
Armenia está al rojo vivo. La revolución de terciopelo de Nikol Pashinián ha desembocado en una huelga general. Sus seguidores han empezado a cortar carreteras, en concreto, los accesos a la capital, Erevan, y al aeropuerto.
La tensión es máxima. La huelga fue convocada el martes por el propio Pashinián, después que la mayoría oficialista impidera su elección como primer ministro. Decenas de miles de personas, una cifra enorme para un país de 3 millones de habitantes, lloraron y gritaron de rabia en el centro de Ereván cuando se anunció la decisión.
El líder de las protestas contaba con el apoyo de toda la oposición en el Parlamento, que le respaldaba en su deseo de hacerse con la jefatura del Gobierno para acabar con la rampante corrupción, el monopolio del poder y abrir una nueva etapa en el país caucásico. Sin embargo, el gobernante Partido Republicano, con mayoría absoluta, cerró al paso a Pashinián, al que acusan de ser un populista que se niega a negociar con las autoridades.