Cinco décadas de terror etarra

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Por Euronews
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La historia del grupo terrorista que dejó más de 800 muertos en 53 años.

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Más de ochocientos muertos y una infructuosa historia que durante 53 años tiñó de sangre España. Ese es el resumen de ETA. La banda terrorista nació en 1958 para reivindicar la independencia del País Vasco en plena represión franquista, pero solo el 5% de sus víctimas mortales se produjo en este periodo. La mayor repercusión la obtuvo con el asesinato del almirante Luis Carrero Blanco, presumible sucesor de Franco, el 20 de diciembre de 1973.

Pero la llegada de la democracia no frenó los instintos asesinos de la banda. Los ochenta serían conocidos como los "años de plomo". Precisamente, 1980 sería el año más sangriento, con 91 fallecidos. Siete años después, ETA perpetraría su mayor matanza. El 19 de junio de 1987, 21 personas perdieron la vida por un coche bomba en el Hipercor de Barcelona, mujeres y niños incluidos. Este atentado junto con el de la casa cuartel de Zaragoza, impulsaría una respuesta política que para muchos supone el comienzo del fin. Son el pacto de Ajuria Enea, que incluían a las fuerzas nacionalistas vascas, excepto la autoexcluida Herri Batasuna. en el rechazo al terror.

Mientras, ETA había perfeccionado sus métodos y había encontrado en los secuestros una generosa fuente de financiación. El más largo de ellos fue el de José Ortega Lara, que vio la luz el 1 de julio de 1997 tras pasar 532 días en un zulo de la localidad guipuzcoana de Mondragón. El indeleble rostro del funcionario de prisiones tras su liberación no ablandó al grupo terrorista que asesinó once días después al edil del Partido Popular Miguel Ángel Blanco tras un secuestro de 48 horas. La repulsa social de aquella muerte marco un nuevo punto de inflexión.

Las negociaciones posteriores de los sucesivos gobiernos no darían resultados, pero sí que lo haría la actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad. El policía francés Jean-Serge Nérin, tiroteado en marzo de 2010, pasará a la historia como el último de una macabra lista. Tras él, solo queda dolor y la derrota sin paliativos de la sinrazón.

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