Narcos extranjeros y paro, la mezcla que corroe Algeciras

Narcos extranjeros y paro, la mezcla que corroe Algeciras
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Por Oscar ValeroMarta Rodriguez Martinez
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Euronews ha hablado con el portavoz nacional de la Asociación Unificada de Guardias Civiles, que explica las razones por las que el tráfico de drogas es cada vez más violento

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La muerte de un menor tras la colisión de dos embarcaciones en la playa de Getares, en Algeciras, es otro incidente que muestra colateralmente como el tráfico de drogas corroe esta zona del sur de España.

El culpable de la colisión, un hombre que hizo una maniobra peligrosa con una fuera borda del mismo tipo que usa para el transporte de estupefacientes, tiene antecedentes con el narcotráfico. El padre del fallecido, que viajaba con él en una embarcación de recreo que fue embestida también.

"La zona se presta", dice a en una entrevista a Euronews el portavoz nacional de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), Juan Fernández.

El estrecho de Gibraltar está a poca distancia de Marruecos, y desde los años 1990 empieza el contrabando de tabaco, "pero que no es de la envergadura actual”. El hachís ya está muy avanzado y también entra mucha cocaína. Todo ello azuzado por otros factores: la zona del Campo de Gibraltar tiene una alta tasa de fracaso escolar e índice de paro.

Una de las localidades más afectadas por el desempleo en España, Línea de la Concepción -35% de desempleo- es también una de las más afectadas por el narcotráfico. Los narcos proporcionan trabajo y tienen el apoyo de la gente: "resulta fácil introducirse en este tipo de actividades delictivas. Está completamente insertado en la sociedad, no se ve como algo negativo sino como una forma más de ganarse la vida”, explica Fernández.

El gran problema es que, a diferencia de hace una década, el tráfico va a aparejado con la violencia

Nueve agentes de la Guardia Civil de paisano fueron rodeados el sábado por un grupo de unas cuarenta personas tras salir de un restaurante. Solamente tres tiros al aire dados por uno de ellos con su arma reglamentaria consiguieron evitar un mal mayor.

"Complicado y difícil. Se están dando casos de agresiones a Guardias Civiles fuera de su jornada laboral, fuera de servicio. Genera mucha intranquilidad en los familiares", asevera Fernández

La respuesta del Gobierno es insuficiente: "Lo tacha de casos aislados, reconoce que es una zona especial, espera que pase un poco la marea. Utilizan parches temporales durante unos meses, la cosa se tranquiliza, porque hay más agentes prestando servicio, pero cuando regresan a su unidad y la situación vuelve a ser normal, vuelve la afluencia y estos parches no ponen solución. Le estamos demandando que afronte el problema de manera seria y perenne no con parche caducos", lamenta Fernández.

Incidentes como aquel o como la liberación en febrero de un narco que estaba custodiado por la policía en un hospital por parte de un numeroso grupo coordinado, preocupan, y mucho.

"En la zona está causando un aumento de la conflictividad, la inseguridad ciudadana, nadie está muy tranquilo y esto acompañado de una sensación de impunidad", señala Fernández. Las descargas se llevan a cabo a plena luz del día en las playas, ante la mirada de los bañistas, indica.

De hace diez años para acá ha habido un incremento de la violencia y “empiezan a notarse agentes externos que antes no había, era un menudeo típico de la zona, pero ahora empiezan a organizarse, empieza a haber influencia de bandas de narcotraficantes del exterior de Sudamérica, de Argelia. Empiezan a organizarse cada vez y eso que significa, que tienen más dinero, mejores medios, armas y empieza a producirse un tipo de violencia que hasta hace poco no se conocía", dice Fernández.

La policía y el poder judicial no tienen medios para detenerlos. Otros remedios propuestos van desde sentencias más severas -España castiga el tráfico de hachís con un máximo de seis años de prisión si no se comete ningún otro delito, mientras que estas sentencias pueden duplicarse en países como Francia o el Reino Unido- hasta la regulación del consumo y la venta de cannabis.

Los narcotraficantes sofistican sus métodos para engañar a las autoridades

En las playas de Cádiz, en el sur de España, algunos narcotraficantes se disfrazan de guardias civiles y, cuando llega la droga de bandas rivales, les engañan y se las confiscan. Este es uno de los últimos métodos desarrollados en Algeciras, Campo de Gibraltar y Línea de la Concepción, la puerta de entrada de la droga en Europa y donde se está viviendo últimamente una escalada de violencia inaudita.

"Cuando llegan los guardias civiles de verdad, no saben si son otra banda o guardias civiles de verdad y se encuentran con que estas acciones son repelidas con armas de fuego", explica Fernández a Euronews.

Otra práctica implantada en los últimos años es la de trasladar la droga escoltada por un coche que se estrella contra el de la guardia civil si estos intentar parar el cargamento.

El resultado es que en la provincia de Cádiz se incauta del 80% de la droga de todo el país, aunque se estima que sólo el 20% de todas las drogas que entran en el territorio son interceptadas, y entre el 40% y el 60% tienen como destino otros países europeos.

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