Un ciego húngaro se gradúa con honores de la escuela de cocina

Un ciego húngaro se gradúa con honores de la escuela de cocina
Derechos de autor Szabolcs Kurucsai
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Por Anastassia GliadkovskayaNatalia Oelsner
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“Lo que no te mata te hace más fuerte”, cuenta el famoso dicho. Para Szabolcs Kurucsai, de 44 años, esta frase comenzó a tomar sentido cuando hace nueve años perdió la vista.

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“Lo que no te mata te hace más fuerte”, cuenta el famoso dicho. Para Szabolcs Kurucsai, de 44 años, esta frase comenzó a tomar sentido cuando hace nueve años perdió la vista.

Kurucsai tenía 20 años, cuando después de una operación ocular perdió la vista en uno de sus ojos. La situación fue empeorando y hace nueve años, quedó completamente ciego.

Preocupado, acudió a varios médicos, que le dijeron que su enfermedad era irreversible. Kurucsai tuvo entonces que enfrentarse a la cruda realidad de no volver a ver nunca más y aprendió a vivir con ella.

"Nunca me rendí, nunca quise suicidarme. No soy este tipo de hombre. Visité médico tras médico, pero todos dijeron: ‘lo aceptes o no, esto nunca cambiará’. Así que decidí aceptarlo".

De esta manera, el húngaro fundó la Asociación ‘Mast’, una organización sin ánimo de lucro que busca enseñar a los niños cómo comportarse con personas discapacitadas.

"La gente no es pretenciosa porque es mala. Son pretenciosos porque nunca se han enfrentado a este tipo de situaciones", explica Kurucsai a Euronews.

En tan solo cinco años, el hombre ha visitado incontables escuelas, conociendo a más de 50.000 niños y enseñando a 5.000 en tan solo seis meses.

En sus visitas, mucha gente se sorprendió al ver que la ceguera no impedía a Kurucsai realizar tareas cotidianas, tal y como cocinar.

Esto le dio una excelente idea que cambiaría su futuro. Durante una clase, puso parches sobre los ojos de algunos niños para que intentaran cocinar los ojos vendados. Agradable fue su sorpresa, cuando constató que sus alumnos comenzaron a ayudarse y acompañarse los unos a los otros.

Esto hizo que Kurucsai se diera cuenta de algo: él también quería pasar clases de cocina. Es así que, sin mayor duda, decidió inscribirse a una escuela de cocina.

A Kurucsai se le exigió que completara 386 horas de formación profesional, pero nadie quería contratarlo como aprendiz. Después de varios intentos y diferentes tentativas, el Art Hotel Szeged le dio una oportunidad para demostrar su capacidad. Y así fue. Después del programa de un año, Kurucsai se graduó con una “A” (la máxima puntiación).

El húngaro solo tiene buenos recuerdos de esta experiencia: “¿Mis mejores recuerdos? La primera vez que hice risotto. Siempre recordaré el sentimiento de felicidad que sentí ese día cuando probé mi propia comida. Otro momento muy feliz fue cuando sostuve mi diploma en la mano. Incluso lloré un poco porque lo había logrado".

Sin embargo, aunque disfruta mucho cocinar, Kurucsai considera que el caos de la cocina es demasiado para él.

"Hice las clases para demostrarme a mí mismo, y a todo el mundo, que un ciego puede hacerlo. Lo hice para dar el ejemplo."

A Kurucsai también le interesa la magia. Le gustaría comenzar a realizar algunos trucos de magia en las clases de concienciación que da en las guarderías.

El valiente cocinero también tiene la intención de abrir su propio canal en Youtube para cocinar con otras personas, y escribir de cierto modo, un libro de cocina.

Kurucsai también tomará una clase de barista en octubre y considera la posibilidad de hacer un viaje por diferentes países para visitar la cocina de un chef diferente cada día, por 50 días.

"No hay nada que los ciegos no puedan hacer. Podemos hacer muchas más cosas de las que la gente piensa. Pero la gente todavía no sabe cómo tratar a los ciegos", afirma Kurucsai.

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