En Argentina, dos mujeres han muerto por abortos clandestinos, en una semana, desde que el Senado rechazó legalizar la interrupción voluntaria del embarazo.
En Argentina, dos mujeres han muerto por abortos clandestinos, en una semana, desde que el Senado rechazó legalizar la interrupción voluntaria del embarazo.
El lunes murió en un hospital de Buenos Aires una mujer de 34 años que había tratado de realzar un aborto casero con perejil. Madre de un niño de dos años, la mujer llegó a urgencias en estado grave, con una infección avanzada.
"Ahí están los responsables de cada muerta, de las mujeres que mueran, si no legalizan el aborto. Ellos van a ser los responsables y son los asesinos.", decía una mujer argentina que participó en una manifestación en pasado 8 de agosto.
Este jueves se ha sabido de un segundo caso de una joven fallecida por un aborto provocado en la periferia bonaerense.
El debate sigue abierto pues los abortos caseros con perejil, sondas, agujas de tejer y perchas son prácticas peligrosas extendidas en el país.
De acuerdo con el Ministerio de Salud de Argentina, aproximadamente 500.000 abortos ilegales se realizan en Argentina cada año, muchos de los cuales conllevan complicaciones peligrosas.
El último informe de Natalidad y Mortalidad del Ministerio de Salud de Argentina muestra que el 15% de los nacidos (115 mil sobre 770 mil son de madres menores de 20 años).
El Senado argentino decidió que el aborto continúe siendo un delito penado con la cárcel, salvo en caso de violación o riesgo para la salud de la madre, pero el país austral se acerca hacia una legalización de facto.
La Anmat, la oficina que regula la producción de medicamentos, ha autorizado por primera vez a un laboratorio nacional la fabricación del misoprostol, fármaco considerado como uno de los métodos más seguros para interrumpir embarazos.
El laboratorio ha recibido luz verde para vender misoprostol a hospitales, pero no para distribuirlo en farmacias.