Luces y sombra en la XXVI Cumbre Iberoamericana. Hacía mucho tiempo que no se veían tantos jefes de Estado y de Gobierno en esta cita transatlántica, pero también hacía mucho tiempo que la familia iberoamericana no mostraba tanta preocupación por la situación en países como Nicaragua o Venezuela.
Luces y sombras en la XXVI cumbre Iberoamericana, que concluye este viernes en Antigua, Guatemala, una cita de caracter político y económico, que está marcada por la crisis migratoria y el malestar regional por la situación en Venezuela y Nicaragua. Como se pudo comprobar el jueves en un encuentro previo con empresarios, hacía muchos años que no acudían tantos mandatarios a la cumbre. Entre estos se cuentan el rey de España, Felipe VI, que defendió ante los empresarios una globalización inclusiva, y el presidente del Ejecutivo español, Pedro Sánchez, que ha defendido la posición de España como puente preferente de los países iberoamericanos con la UE.
Daniel Ortega cancela su asistencia
También se esperaba la participación, tras una década de ausencia, del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, que está en el ojo del huracán por la brutal represión de las manifestaciones antigubernamentales en su país. Ocho meses de protestas han dejado medio millar de muertos. Finalmente, el mandatario nicaragüense ha anulado su asistencia.
El anuncio inicial desató protestas en las calles de Guatemala y también en las redes sociales. La red Anonymous asegura haber hackeado el sitio web de la cumbre a modo de protesta.
Los ojos de la familia iberoamericana también miran con preocupación hacia Venezuela. La grave crisis económica, política y social que atraviesa la república bolivariana ha provocado un éxodo masivo de sus habitantes hacia otros países de la región: se estima que unos dos millones de venezolanos se han ido a vivir al extranjero desde el año 2015, la mayoría a Colombia.