Fraimilenial enciende Instagram y planta cara a Maduro

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Derechos de autor REUTERS/Manaure Quintero
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Por Carmen Menéndez
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Fraimilenial enciende Instagram y planta cara a Maduro. Treinteañero, atractivo, irreverente y estrella en las redes sociales. Así es Luis Antonio Salazar, un fraile venezolano que participa en las manifestaciones contra Maduro y a favor de Juan Guaidó

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En Venezuela, un cura milenial, con miles de seguidores en Instagram, se ha convertido en un temible adversario para Nicolás Maduro.

En sus vídeos, versiona de forma muy personal el evangelio: "Los discípulos al ver que Jesucristo subía al cielo, se quedaron así, tristes, tristones, así como bobos mirando para el cielo. Tanto que tuvo que bajar un ángel y decir: mijito, actívate", explica en su último grabación".

De hecho, en el Nuevo Testamento según Luis Antonio Salazar hay cabida para Kung Fu Panda y toda suerte de superhéroes. Sus armas son su Iphone, su irreverencia y un atractivo rostro de treintañero que, antes del hábito, lució en un concurso de belleza.

El perfil del religioso en las redes sociales se ha reforzado desde que manifestó su apoyo al opositor Juan Guaidó y gracias a su presencia en las protestas contra el gobierno de Maduro, en las que se le ha visto bendiciendo a los manifestantes y también corriendo para protegerse de los gases lacrimógenos.

"Yo no me puedo eximir de hablar de política. Si no hablo, me ahogo"

"En el fondo, en Venezuela, todos hablamos de política, desde el campesino que cosecha papas hasta Guaidó, el presidente encargado. Todos hablamos de política -explica Salazar-. Es decir, yo no me puedo eximir de hablar de política porque soy venezolano y hay una realidad y tengo que hablar de ella. Si no hablo de ella me ahogo, me atasco ahí." Y si el pueblo está en la calle, hay que estar con él.

Este monje capuchino está rompiendo todos los esquemas de la conservadora Iglesia católica venezolana. Parece en plena campaña hasta cuando reparte comida a los pobres en la llamada 'olla milagrosa' de La Chiquinquirá, siempre con una sonrisa en el rostro, o da el sermón equipado con auriculares y micrófono.

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