El incipiente libre mercado retrocede en Cuba tras la entrada en vigor de un tope de precios a los productos alimentarios que se venden en establecimientos privados: refrescos, cervezas, zumos, pan, pizzas y un largo etcétera cuestan este jueves un poco menos que ayer...
El incipiente libre mercado retrocede en Cuba tras la entrada en vigor de un tope de precios a los productos alimentarios que se venden en establecimientos privados: refrescos, cervezas, zumos, pan, pizzas y un largo etcétera cuestan este jueves un poco menos que ayer. La medida ha sido celebrada por muchos consumidores:
"Hay quien puede comprar, pero hay quien no puede, porque no le alcanza con el salario", explicaba una vecina de La Habana.
Sin embargo, no todos comparten este optimismo. La medida, dicen, puede tener un efecto contrario al buscado:
"Ese control de precios solo es efectivo si crece la oferta realmente. Que haya más bienes y servicios a disposición de esos hogares que ahora tienen recursos adicionales para adquirirlos. Si no hay una presión que si no se ajusta otra vez por vía de precios se va ajustar a través de escasez, a través de colas, de filas, y a través del mercado negro", sentenciaba el economista cubano Ricardo Torres.
La imposición del control de precios tiene como telón de fondo la escasez creciente en la isla, debido en buena parte a las sanciones impuestas por la Administración Trump, y los temores a que vuelvan las estrecheces del denominado Periodo Especial, en el que Cuba se tuvo que apretar con fuerza el cinturón debido a la severa crisis económica que sufrió tras el colapso de la Unión Soviética.