Un muro vegetal para frenar el avance del desierto en el sureste español

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Por Jaime Velázquez
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Un muro vegetal para frenar el avance del desierto en el sureste español. En una de las zonas más áridas y secas de Europa, asociaciones, agricultores y ganaderos trabajan para tratar de regenerar la tierra

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A pocos kilómetros del continente africano, el sureste de España es la frontera europea en la lucha contra la desertización. Las zonas desérticas y semi-áridas han avanzado 30.000 km cuadrados en los últimos 50 años. Zonas que cubrirán el 70 % del territorio español a finales de siglo. El 20 % será, sencillamente, un desierto.

En una de las zonas más áridas y secas de Europa, España está levantando un muro, esta vez, contra el cambio climático.

Para Dietmar Roth, coordinador de proyecto de la Asociación AlVelAl, "este es uno de los puntos calientes de los efectos del cambio climático, entonces si no hacemos nada esto se puede convertir directamente en un desierto en muy poco tiempo. Estamos ya, realmente, en un momento crítico".

Aquí, una iniciativa publico-privada ha plantado 50.000 árboles para detener la erosión y la pérdida anual de más de 30 toneladas de tierra fértil.

"Esto es un tubo de ensayo prácticamente" afirma Roth. "¿Lo que esperamos con esto? Influir por una planta en el microclima que se genera y por otra parte lo que es la cosecha de agua, en la gestión de los recursos hídricos".

La cobertura vegetal es fundamental para retener el agua y que filtre en el subsuelo, en una región donde apenas caen 200 milimetros de lluvia por metro cuadrado.

Esta tierra pierde su manto orgánico al ritmo de 2 milimetros al año. Conservar toda la humedad y la vida en ella es crucial, antes de que se convierta definitivamente en arena.

Agricultores, ganaderos y emprendedores unidos para restaurar la fertilidad

Más de 300 miembros entre agricultores, ganaderos y emprendedores se han unido para restaurar la fertilidad de la tierra. En una de las fincas, Rafael Ordinas deja crecer las malas hierbas bajo los almendros, que sirven de pasto para las ovejas, que a su vez sirven de abono a la plantación. Reduciendo la labranza al mínimo, el suelo conserva la humedad y su riqueza orgánica.

Según Ordinas, "las prácticas que estamos haciendo, lo que hacen es conservar mucho mejor la tierra, y la humedad de las lluvias que se producen, eso permite avanzar en la línea de combatir el cambio climático y la desertización".

Rafael y el resto de agricultores y ganaderos de la región pretenden demostrar que la agricultura regenarativa es rentable, y convencer a los demás para que abandonen viejas prácticas insostenibles. El cambio climático llama a la puerta. Y nada crece en un desierto de arena.

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