Los iraquíes que llevan manifestándose desde hace 3 meses no se conforman con un simple cambio cara e insisten en renovar un sistema político que consideran sectario y corrupto.
Irak sigue sumido en el caos.
La falta de primer ministro y la incapacidad de los partidos para determinar cuál de ellos tiene derecho a nominar a un aspirante, incendian las calles con más protestas.
Adel Abdelmahdi anunció su renuncia el pasado 29 de noviembre pero ese miércoles concluyó el plazo de15 días que tenía el presidente para nombrar a un sucesor, sin llegar a un acuerdo.
El principal problema es determinar cuál el bloque mayoritario de la Cámara:
"El Primer Ministro tiene que ser del pueblo iraquí, porque el bloque mayoritario recoge la plaza Tahrir, Karbala y Najaf, clama Mustafa Ali, un manifestante y no al-Maliki o Hadi al-Amiri o Qais al-Gazali que son iraníes y seguidores de Irán", clama Mustafa Ali, un manifestante en Karbala, Irak.
Las últimas manifestaciones han introducido una variable inesperada. Si hasta ahora el primer ministro debía contar con el visto bueno de Irán y de EE UU, más la bendición del gran ayatolá Ali Sistani, las protestas que desde hace tres meses sacuden Irak exigen una figura que al menos cuente con la aprobación de un amplio sector de los manifestantes. Estos no se conforman con un simple cambio de cara, sino que insisten en renovar un sistema político que consideran sectario y corrupto.