España da la espalda al carbón antes de lo previsto

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Por Jaime Velázquez
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Tras 40 años iluminado miles de hogares, el humo dejará de salir de las chimeneas de la central térmica de Teruel el próximo 30 de junio. Es una más de las plantas eléctricas de carbón que se están cerrando en la Península Ibérica.

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Tras 40 años iluminando miles de hogares, el humo dejará de salir de las chimeneas de la central térmica de Teruel el próximo 30 de junio. Es una más de las plantas eléctricas de carbón que se están cerrando en la Península Ibérica.

España está dejando el carbón más rápido que nunca. La generación eléctrica a base de este mineral ha pasado del 15% al 5% en tan solo un año, y desaparecerá por completo antes de 2030. Pero en Teruel no se resignan a que sus medios de vida se desvanezcan él. En esta planta de energía, creen haber encontrado una posible solución.

La compañía Endesa mantiene la central en un punto muerto: poner en marcha las calderas no vale la pena.El alto coste de una tonelada de CO2 en los mercados de emisiones de carbono hace que la energía de carbón no sea rentable.

"Si hicieramos una encuesta, todos estarían de acuerdo en cerrar las plantas de carbón. Pero, en la región donde esta planta de energía tiene su base desde hace muchos años y ha sido el principal motor de la economía, dirían que queremos una transición que no deje atrás a los trabajadores y a la gente de esa región", explica Ignacio Montaner, Director General de Endesa en Aragón.

Este parque solía almacenar hasta 3 millones de toneladas de carbón. Ahora la planta funciona con los excedentes y los campos vacíos están a punto de tener una nueva vida.

"Es claramente el fin de una era, pero aquí, afortunadamente, hay una transición", añade Montaner.

En el marco de su plan de transición socialmente justa, Endesa se ha comprometido a invertir 1.500 millones de euros para construir el mayor parque solar de Europa, que dará empleo a 4.000 personas durante el desguace de la planta y la instalación de los paneles solares, y garantiza 140 puestos de trabajo una vez que la nueva instalación esté operativa.

Pero a falta de solo 4 meses de su cierre definitivo, los trabajadores se quejan de que el proyecto no tiene ninguna medida específica todavía. Antonio Planas era minero de carbón antes de ser contratado en la central hace 27 años. Temen que dejar el carbón para la energía verde no sea suficiente.

"Tiene más futuro que el carbón. Por supuesto que lo tiene... ¿Pero qué hay de los trabajos? Hay algunos de mis compañeros de trabajo que, con sólo 40-35 años, con sus hijos... tendrán que irse. Y eso no es justo", sentencia.

Otros esperan encontrar un nuevo comienzo en la futura central eléctrica.

"Con mis habilidades, después de muchos años en mantenimiento y operaciones de una planta de energía de carbón, podría fácilmente trabajar como supervisor en una granja solar", explica Nacho Blasco.

Por ahora, estos trabajadores sólo tienen una certeza: el carbón se ha acabado. Teruel tendrá que esperar cinco años para demostrar si ha encontrado un camino hacia una transición socialmente justa que pueda servir de ejemplo para decenas de centrales de carbón en toda Europa, antes de que la emergencia climática se convierta en una emergencia social.

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