Entrenados durante todo el año, estos animales se convierten en protagonistas principales de los equipos de rescate durante la temporada de esquí y las temidas y casi inevitables avalanchas.
PUBLICIDADA sus seis años de edad, Nitro es uno de los miembros más importantes del equipo de rescate de la estación de Tignes. Como cada año, la temporada de esquí llega a su punto álgido y las avalanchas son una vez más un riesgo muy real. Los perros de rescate se convierten entonces en imprescindibles para localizar a los sepultados. Nitro entrena sin descanso para cuando llegue la hora de la verdad.
"Empezamos buscando los agujeros que están abiertos y a medida que los perros avanzan los cerramos", nos cuenta Baptise Braun, su adiestrador. "Hacemos lo que llamamos buzones, dejando un pequeño hueco para que el perro localize el olor. Lo siguiente será cerrarlo completamente dejando que olor quede dentro. Una vez que terminamos dejamos que el perro se centre en su juguete, en el premio".
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En efecto, el premio para el animal es fundamental, ya que para él es un juego y la recompensa es el objetivo final. Rescate con vida o no la persona atrapada en la nieve, el adiestrador debe dar el juguete al perro por el trabajo realizado.
La velocidad en el rescate es, nunca mejor dicho, vital, ya que las opciones de sobrevivir a una avalancha descienden drásticamente pasados los tres minutos. Solo en Tignes, el equipo de rescate lleva a cabo una decena de operaciones por avalanachas al año, lo que deja bien a las claras la importancia de estar bien entrenados. Con cerca de 1500 entrenamientos por temporada, estos perros serán capaces de dar a alguien una segunda oportunidad.