Un agujero en la capa de ozono del Ártico inédito, y buenas noticias desde la Antártida

Agujero de ozono en el Ártico el 25 de marzo
Agujero de ozono en el Ártico el 25 de marzo Derechos de autor NASA Ozone Watch GSFC
Derechos de autor NASA Ozone Watch GSFC
Por Rafael Cereceda
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Los científicos siguen observando con perplejidad el agujero en la capa de ozono sin precedentes que se ha formado en el Ártico. Un estudio ha demostrado que la reducción del agujero de ozono de la Antártida influye en el clima.

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Cara y cruz en la capa de ozono, que protege nuestra atmósfera de los rayos ultravioleta del sol. Si bien en la Antártida el agujero de la capa de ozono se ha reducido a niveles históricos, el gran agujero de la capa de ozono que se ha formado en el Ártico sigue sorprendiendo a los científicos.

El Servicio de Vigilancia de la Atmósfera de la agencia europea Copérnicus reconoce que ver una pérdida de la capa de ozono del Polo Norte como la de este año 2020 es "muy inusual. Normalmente, no vemos este nivel de agotamiento de la capa de ozono en el Ártico durante la primavera del hemisferio norte".

El mecanismo que ha provocado este agujero excepcional, que podría ser mayor que el observado en 2011 es bien conocido.

El vórtice polar, que mantiene el aire frío en torno al Ártico, se ha mantenido excepcionalmente estable con temperaturas más frías de lo habitual, lo que favorece la pérdida de ozono.

Las observaciones por satélite del servicio han sido corroboradas por sondas, que confirman la pérdida de ozono.

Copernicus Atmosphere Monitoring Service
Anomalía de ozono respecto a la media. Comparación entre el agujero de 2011 (dcha) y el de 2020 (izda)Copernicus Atmosphere Monitoring Service

"El total de ozono sobre el Polo Norte fue de más de 100 DU (unidades dobson) por debajo de la media y la anomalía fue mayor que en 2011" nos dicen desde Copernicus.

Esperan que los valores de ozono se recuperen a medida que se caliente la estratosfera y cuando se disperse el vórtice polar. Las temperaturas ya han comenzado a aumentar, aunque la anomalía de ozono se está prolongando desde hace un mes (actualizado el 7 de abril).

Diego Loyola, del Centro Aeroespacial Alemán, comenta: “El agujero de ozono que hemos observado sobre el Ártico este año tiene una extensión máxima de menos de un millón de kilómetros cuadrados. Es pequeño si pensamos en que el agujero de la Antártida puede alcanzar entre 20 y 25 millones de kilómetros cuadrados, con una duración normal de entre tres y cuatro meses”.

Aunque ambos polos sufren un agotamiento del ozono durante el invierno, el descenso en el Ártico tiene a ser mucho menor que el de la Antártida. El agujero de ozono se forma debido a unas temperaturas extremadamente frías (por debajo de −80 °C), luz solar, campos de viento y sustancias como los clorofluorocarbonos (CFC).

Los países bajo este agujero están expuestos a una mayor radiación ultravioleta.

El agujero de ozono del Ártico puede tener impactos en la circulación atmosférica.

El agujero de ozono antártico sigue mejorando

Al otro lado del globo, se confirma la buena evolución del agujero de la capa de ozono del Polo Sur, que está en mínimos históricos. El de 2019 fue el más pequeño observado desde que se descubrió, aunque se debió en parte a un calentamiento estratosférico excepcional.

Un estudio publicado en la revista Nature confirmaría que la prohibición de las emisiones de gases CFC, además de reducir el agujero en la capa de ozono de la Antártida, está permitiendo que se recupere la corriente de chorro austral, lo cual muestra que al igual que la acción humana está provocando el cambio climático y una reacción en cadena en los eventos meteorológicos del planeta, a la inversa, cuando la humanidad actúa los efectos positivos son visibles incluso en la circulación atmosférica.

En torno al año 2000 se detectó que a medida que mejoraba el agujero en la capa de ozono, se detenían los cambios atmosféricos en la región.

Las corrientes de chorro, que se estaban desviando hacia la Antártida comenzaron a hacer una pausa en esta desviación, según el estudio que añade que todo indica que "la recuperación del ozono estratosférico -como resultado del Protocolo de Montreal [que prohibió el uso de gases CFC] - es el motor de la pausa observada".

Los autores del estudio consideran que la situación seguirá mejorando, "las consecuencias del Protocolo de Montreal para la circulación troposférica deberían hacerse aún más evidentes en el futuro. La pausa (que se espera en general de los resultados del modelo) apenas comienza a surgir en las observaciones".

La desviación de la corriente de chorro afecta a las corrientes marinas, el viento y las precipitaciones del hemisferio sur.

La Patagonia o Australia podrían comenzar a recibir más lluvias, por ejemplo.

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