Coronavirus: La salud de Boris Johson y sus antecesores con ‘gripe española’

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Derechos de autor STRINGER/AFP
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Por Alasdair SandfordCristina Giner
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El estado de salud de Boris Jonhson trae a la memoria a otros políticos, sus predecesores, afectados por el brote de ‘gripe española’ durante la Primera Guerra Mundial, que acabó con la vida de 50 millones de personas en todo el mundo.

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Boris Johnson es el primer jefe de gobierno británico en ejercicio que ha estado enfermo en décadas, pero no el único. Algunos de sus antecesores políticos más importantes también enfermaron durante el mandato en el pasado. 

El héroe político de Johnson, Winston Churchill, contrajo neumonía dos veces durante la Segunda Guerra Mundial. Veinticinco años antes, David Lloyd George fue víctima de una enfermedad que mató a decenas de millones de personas en todo el mundo.

La pandemia de la llamada "gripe española" - un brote de influenza virus A, subtipo H1N1 - que se produjo ese año ha sido descrita como uno de los mayores desastres médicos del siglo XX.

El origen no fue en España, pero le dieron ese nombre porque la cobertura informativa de la pandemia allí fue extensa y transparente. España fue neutral durante la Primera Guerra Mundial y  estuvo libre de censura, a diferencia de muchas naciones en guerra.

Apenas unas semanas antes del final del conflicto, el 11 de septiembre de 1918, el primer ministro liberal Lloyd George se dio un baño de multitudes en Manchester. Pero a las pocas horas, fue confinado en su cama tras haber sufrido un colapso por la fiebre.

Lloyd George pasó los siguientes 10 días inmóvil, con un ventilador que le ayudaba a respirar. Su delicado estado de salud fue silenciado por miedo a que la información minara la moral del pueblo y dieran al enemigo alemán carnaza para su propaganda.

Los periódicos usaron frases como "un pequeño resfriado" para describir su estado; su confinamiento fue una "medida de precaución". El alcalde de Manchester dijo que estaba "mejorando pero que debía permanecer en cama".

El primer ministro sobrevivió, pero según informes que citaban a su asistente estuvo cerca de la muerte.

A principios del año siguiente, en 1919, se encontraba lo suficientemente bien como para asistir a la Conferencia de Paz de París, pero para entonces otros líderes mundiales se habían visto afectados por la enfermedad, entre ellos el líder francés Georges Clemenceau y el Presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson.

AFP
David Lloyd George (L) with Italy's Vittorio Emanuele Orlando, Georges Clémenceau of France, and US President Woodrow Wilson, Versailles, Jan. 1919 AFP PHOTOAFP-

Al igual que ahora, el virus asolaba Europa sin distinguir entre personas o clases. Una de las teorías es que en el Reino Unido, el virus se propagó a causa de los soldados que regresaban a casa desde el norte de Francia. Allí, las víctimas parecían recuperarse más rápido, pero en Gran Bretaña el virus fue devastador.

Una vez aparecían los primeros síntomas de cansancio, dolor de cabeza y fiebre, el estado de los pacientes se iba deteriorando de forma muy rápida. Tanto que incluso personas que estaban perfectamente sanas por la mañana podían llegar a morir por la tarde.

Teniendo en cuenta el gran número de jóvenes muertos en las trincheras, la gripe española fue especialmente cruel y letal en jóvenes adultos de veinte años. La mayoría de los que perdieron la vida eran adultos menores de 40 años. El escenario inverso al de la mayoría de los brotes de gripe, que hasta ese momento habían golpeado en particular a los ancianos o a gente muy joven.

U.S. Naval History and Heritage Command
Spit Spreads DeathU.S. Naval History and Heritage CommandUncredited

Los hospitales estaban desbordados, pero sin tratamientos para la gripe poco podían hacer los médicos y las enfermeras. Se impusieron medidas como el aislamiento y el distanciamiento social, e incluso entre algunos de los consejos estaba en el de hacer gárgaras con agua salada.

Se estima que durante el año siguiente, sólo en el Reino Unido, el brote de gripe mató a unas 250.000 personas y afectó a un cuarto de la población.

Se desconoce el número exacto de personas que murieron en todo el mundo en la pandemia de hace más de un siglo, aunque la cifra que dan los expertos está entorno a los 50 millones de fallecidos.

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