Cuando es imposible teletrabajar: las prostitutas frente a la crisis del coronavirus

Cuando es imposible teletrabajar: las prostitutas frente a la crisis del coronavirus
Derechos de autor Parigi, un momento della protesta del 2013 contro la proposta di legge per punire i clienti delle prostitute JOEL SAGET/AFP
Derechos de autor Parigi, un momento della protesta del 2013 contro la proposta di legge per punire i clienti delle prostitute JOEL SAGET/AFP
Por Marta Rodriguez MartinezLillo Montalto Monella
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"Hace ya semanas que no entra ni un solo euro en nuestros bolsillos", lamenta Conxa Borrell, secretaria general del sindicato español de trabajadoras sexuales OTRAS, mientras España se dirige a su cuarto fin de semana en cuarentena.

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"Hace ya semanas que no entra ni un solo euro en nuestros bolsillos", lamenta Conxa Borrell, secretaria general del sindicato español de trabajadoras sexuales OTRAS, mientras que España se dirige a su cuarto fin de semana en cuarentena.

Las medidas de confinamiento y distanciamiento social instauradas en la mitad de la población mundial para frenar el avance del coronavirus están pasando factura inevitable a las personas que dependen financieramente de un sector que radica en el contacto físico.

"Las mujeres y hombres que ejercen prostitución en España han tenido que parar toda actividad laboral, ya que el contacto físico entre las profesionales del sexo y sus clientes es básico y muy cercano", explica Borrell a Euronews y enumera a las víctimas de la crisis: "las mujeres que captan a sus clientes en la calle, las que trabajan en pisos, chalets, clubs, centros de masajes, las independientes..."

Pero no solo las prostitutas se han quedado sin ingresos. Todas las trabajadoras del sexo, no virtuales, no tienen trabajo: actores/actrices pornográficos, masajistas eróticos, strippers, modelos eróticos...

El distanciamiento social es la debacle del sector del sexo.

"No nos podemos permitir el lujo de enfermarnos"

Borrell dice que por las redes sociales corren bulos de que muchas de sus compañeras siguen trabajando en carreteras, pisos o clubs, pero asegura que nada de esto es cierto, puesto que para ellas, su prioridad ahora es no contagiarse.

"Las personas que ejercemos trabajo sexual tenemos muy claro que no nos podemos permitir el lujo de enfermarnos", añade. "Necesitaremos estar sanas cuando termine el confinamiento para poder volver a ganar dinero".

La falta de ingresos desde el inicio del brote en España ha convertido su día a día en una batalla por sobrevivir. "La mayoría de nosotras somos cabeza de familia, con padres mayores e hijos a nuestro cargo y mujeres migrantes, sustento de sus familias en sus países de origen".

Teletrabajar es imposible para la gran mayoría. Algunas lo están intentando, pero no es fácil, indica Borrell. Los obstáculos que se plantean van desde que algunas no tienen una cuenta corriente para ingresar sus ganancias hasta que muchas conviven en espacios donde no hay Internet. Además, no es fácil conseguir atención repentina en un medio que, "por otra parte está explotadísimo e hipersaturado", explica.

"Somos la escoria de la sociedad"

La justicia española rechazó a finales de 2018 la inscripción de OTRAS como sindicato de trabajadoras del sexo porque consideró que aceptarlo sería admitir que el proxenetismo es una actividad legal. Los magistrados argumentaron que la naturaleza de actividades como la prostitución "no pueden ser objeto de un contrato de trabajo válido".

Esto supone que estas mujeres quedan excluidas de cualquiera de las ayudas económicas planteadas por el Gobierno español para aliviar la crisis del coronavirus.

Borrell dice que los empresarios de clubs de prostitución se han acogido a los ERTE (Expedientes de Regulación Temporal de Empleo) porque la legislación se lo permite. Pero las mujeres que ejercen prostitución en estos locales no pueden, "porque el Gobierno, no nos reconoce como trabajadoras".

"Somos la escoria de la sociedad, esas mujeres a las que nadie que trabaja en una institución quiere mirar", critica Borrell la negativa del Gobierno de Pedro Sánchez a regular su situación. OTRAS ha lanzado una campaña online para recaudar dinero para sus compañeras "más vulnerables".

En España, la prostitución no está regulada, por lo que depende de normativas municipales que prohíben ejercerla en la calle. Las miembros de OTRAS no abogan por la legalización siguiendo los modelos holandés y alemán, "porque protegen a los empresarios pero descuidan a las trabajadoras y trabajadores", pero sí el neozelandés, que despenalizó completamente esta actividad en 2003.

La paradoja francesa

En Francia, las asociaciones de trabajadoras sexuales han pedido al presidente Emmanuel Macron que cree un fondo de emergencia "para hacer frente a la extrema incertidumbre económica".

A diferencia de España, la prostitución en Francia es una actividad legal, declarable y con derecho a la seguridad social, pero su explotación y cualquier tipo de actividad que la favorezca no lo es. Además, a partir de 2016, una reforma penaliza a sus clientes, con una multa de hasta 3.750 euros (en caso de reincidencia).

El problema es que, para mantener y proteger a su clientela, las prostitutas -consideradas por la ley como víctimas- se han visto obligadas a "esconderse aún más", exponiéndose "a mayores riesgos", denunciaba entonces el diario francés Le Figaro.

"Los actos delictivos y la violencia también han aumentado", denuncia Anaïs de Lenclos del sindicato del sexo francés (Strass). "Por lo tanto, cuando se introdujo el confinamiento, ya estábamos en una situación difícil".

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Las asociaciones temen que "algunas de las trabajadoras sexuales más pobres se vean obligadas a violar las medidas de confinamiento, no porque quieran, sino porque no tienen medios de subsistencia"

AFP - PHILIPPE LOPEZ
"Clientes de prostitutas, aquí estáis siendo grabados".AFP - PHILIPPE LOPEZ

Cuestión de supervivencia

"Me han pedido la mitad de la tarifa habitual por servicios sin condón, o por encuentros de 15 minutos en barrios alejados del mío. En tiempos de crisis, los clientes que nos solicitan son potenciales agresores. Si hubiera aceptado trabajar, habría arriesgado mi vida", dice una trabajadora sexual francesa anónima al diario HuffPost.

La secretaria de Estado a cargo de la Igualdad entre hombres y mujeres, Marlène Schiappa, dijo que para el Gobierno francés "es muy complicado compensar a una persona que realiza una actividad no declarada como la prostitución".

Giovanna Rincon, portavoz de la asociación francesa de transexuales ACCEPTESS-Transgenre, acusó a Schiappa de ser responsable del posible aumento de los casos de Covid-19 debido a la necesidad de las trabajadoras del sexo de acudir a sus clientes, violando las normas de cuarentena, para tratar de ganar algo.

"Aunque ahora estoy trabajando con la cámara web, siento que estoy en peligro"

Célia (nombre ficticio) es una masajista francesa de 29 años y cuenta a Euronews que normalmente enero y febrero ya eran "meses duros para mi trabajo". Inscrita en la seguridad social como autónoma, asegura que comienza el año siempre endeudada y que solo a partir de marzo, empieza a ahorrar algo de nuevo.

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Pero este año, por razones obvias, es distinto. Dice que ha perdido la mitad de sus ingresos y que solo sobrevive económicamente con la ayuda de algunas personas de su entorno.

"Ahora trabajo a través de la cámara web. Nunca lo he hecho antes, pero me obliga a tener una relación muy diferente con mis clientes. Me preocupa que me obliguen a tener una relación más 'íntima' y 'regular" con ellos. Podría ponerme en peligro", explica.

Cybele Lespérance, 'escort' y ocasionalmente actriz porno feminista, trabaja de 17 a 50 horas a la semana. Dice que no gana más de 15.000 euros al año y el 25% lo tiene que destinar al pago de impuestos. Algunos meses no llega a ingresar 400 euros, depende.

"En febrero, ya tuve que parar durante tres semanas debido a la gripe y a problemas de ansiedad, apenas había ganado 600 euros. Había reservado algo para una compra de bienes y es este 'colchón' el que me permite sobrevivir hasta el final del confinamiento".

Cybele Lespérance

"No todo el mundo puede o quiere vender servicios virtuales", explica Cybele que indica que Internet las hace vulnerables a muchos abusos. "Incluso sin usar la cámara web, ya recibo docenas de mensajes violentos cada semana. El abuso de este tipo de personas se ha multiplicado por diez debido al exceso de tiempo libre".

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Célia piensa que el Estado francés debería pensar en una ayuda incondicional de "al menos 800 euros", así como en un apoyo financiero para el pago de los alquileres, para evitar los desalojos. "Y por supuesto abolir la ley de penalización, sin la cual muchas trabajadoras sexuales podrían tener dinero ahorrado y permanecer confinadas de forma segura durante esta crisis".

Cybele propone en cambio asignar "un fondo de emergencia a las asociaciones de base" para que puedan acoger y alimentar a todas las trabajadoras sexuales vulnerables y familiares a su cargo.

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