Las autoridades portuarias tomaron la temperatura a los recién llegados antes de que fueran transferidos a un centro cercano de inmigración. Allí, aislar a las personas que presentan síntomas de coronavirus es casi imposible y el alcalde local señala que la isla no puede hacer frente a la situación.
La pandemia de COVID-19 no parece haber disuadido a los migrantes que intentan llegar a Europa. El lunes, al menos cien de ellos, llegaron a la isla italiana de Lampedusa. En esta época dominada por todo lo que rodea al coronavirus, las medidas de seguridad son extremas para tratar de contener el avance del patógeno. Las autoridades portuarias tomaron la temperatura a los recién llegados antes de que fueran transferidos a un centro cercano de inmigración. Allí, aislar a las personas que presentan síntomas de coronavirus es casi imposible y el alcalde local señala que la isla no puede hacer frente a la situación.
"No es cierto que haya menos migrantes que en épocas anteriores. Se registran más desembarcos que antes porque llegan en embarcaciones más pequeñas. Ya no veremos llegadas con más de doscientas o cuatrocientas personas a la vez. Pero cuando se completan 20 desembarcos con once, quince o treinta personas... al final la gente se vuelve loca", declara Salvatore Martello, alcalde de Lampedusa.
Los propios migrantes consideran que la situación es intolerable. Algunos incluso han huido. En Sicilia, donde varios de ellos fueron transferidos desde Lampedusa, la Policía pasó una noche tras la pista de quienes huyeron para tratar de dar con ellos y ponerlos en cuarentena. Los funcionarios locales aseguran que no tienen las instalaciones adecuadas para gestionar un flujo migratorio que no cesa.