Protestas contra la brutalidad policial en Colombia: menos violencia, la misma indignación
Se difumina la violencia, pero se mantiene la indignación en las calles de Bogotá, escenario por cuarto día consecutivo de manifestaciones contra la brutalidad de la policía colombiana. Cientos de personas han vuelto a exigir responsabilidades por el trágico destino de Javier Ordóñez, un hombre de 45 años y padre de dos hijos, que falleció poco después de que dos uniformados le dispararan repetidamente con sus pistolas paralizantes a pesar de que estaba tendido en el suelo, desarmado y suplicando que dejaran de agredirle.
Un comunicado de la policía pidiendo perdón a la familia del difunto y a toda Colombia ha ayudado bastante a calmar los ánimos. Los dos agentes implicados en la polémica detención de Ordóñez han sido suspendidos, así como otros tres que estaban en las dependencias a las que lo llevaron y donde, presuntamente, habría sido torturado.
En el origen de las protestas está la difusión de un vídeo por las redes sociales que mostraba la brutal detención del fallecido. Ante los disturbios que se produjeron en los días siguientes, la policía no tuvo contemplaciones: al menos trece personas perdieron la vida en los enfrentamientos con las fuerzas del orden y cientos resultaron heridas.
El Gobierno asegura que en las protestas se infiltraron guerrilleros del ELN y disidentes de las FARC. Muy indignada con el Ejecutivo conservador, la alcaldesa de Bogotá ha pedido un profunda reforma del Cuerpo policial para que esté sujeto "al control de la ciudadanía y de la justicia ordinaria".